En la distancia larga se otea el escenario electoral dominicano: Leonel, Miguel, Hipólito, Quique. La mesa está por servirse…faltando menos de 18 meses para las elecciones del dieciséis.
Se ha hecho tarde para la reelección de Danilo Medina, el presidente dominicano mejor valorado de los últimos años, a pesar de que su opción despejaría este cuadro difuso: -Por primera vez en la historia política dominicana los tres candidatos con posibilidad de pasar al balotaje-- Leonel Antonio Fernández Reyna, Miguel Octavio Vargas Maldonado y Rafael Hipólito Mejía Domínguez--, figuran con la mayor tasa de rechazo entre todos los pretendientes al poder.
Dos de ellos, Hipólito y Leonel, comparten el astronómico porcentaje de casi el 40 por ciento del electorado que dice no les votaría jamás. Miguel anda arañando el treinta.
La limitada capacidad de crecimiento que impone ese rechazo electoral, paralelo al estancamiento de las candidaturas alternas en el Partido de la Liberación Dominicana, han dado nuevo aliento a la posibilidad de colar la reelección, que parece no animar al Presidente… porque se pinta traumática.
Tendría que pasar por una reforma constitucional imposible sin el apoyo del ex presidente Fernández, de los reformistas y de parte de la oposición representada en el Congreso. Y todos saben que si Danilo va a la reelección, no hay posibilidad para el resto.
Mientras se achica el tiempo para hacer esos amarres, la única candidatura definida hasta el momento es la de Miguel Octavio Vargas Maldonado, por el PRD. Y se proyecta potencialmente la de Federico Augusto Antún Batlle, por el Partido Reformista.
Quedará aún pendiente por definir la fórmula de escogencia que deberá aplicar el nuevo Partido Revolucionario Moderno, donde Mejía Domínguez se jugará máscara contra cabellera con Luis Rodolfo Abinader Corona. Para Hipólito, eso será pan comido…
A Danilo le coge lo tarde
En la actual coyuntura luce improbable articular un movimiento que garantice la reelección del Presidente Medina Sánchez, aunque todos los indicadores muestran sus elevados niveles de popularidad y la aceptación de una mayoría impresionante que dice le votaría en el dieciséis.
Es obvio que el Presidente Medina no alienta la reelección, aunque se duda mucho que por inspiración propia funcionarios de su cercanía y allegados políticos insistan en una reforma constitucional que haga eso posible, a pesar de la gabela que ha tomado Leonel tirado en la calle al medio buscando retornar al poder.
La reelección, en términos generales, sólo sería posible mediante un gran acuerdo peledeista que involucre a todos los grupos y que sólo se lograría si es liderado por el propio Leonel, pero Leonel luce empeñado en causa propia y el pasado fin de semana, en víspera de viajar a Europa en compromisos académicos, proclamó en San Francisco de Macorís que ganará las próximas elecciones.
Luego con notable disimulo su equipo recogió la versión noticiosa publicada en portada por el Listín el pasado domingo, y lo puso a reiterar que se refirió al partido cuando habló de la victoria electoral del 15 de mayo del dieciséis. Es lógico que Leonel quiera preservar ese anuncio para momento de mayor auspicio.
Su equipo político, sin embargo, no se abre a la posibilidad de la reelección de Danilo, y se sabe que en sus círculos más íntimos Leonel comenta que se hizo tarde para formular tal planteamiento, en especial porque el PLD está abocado a seleccionar su candidato presidencial en el primer trimestre del próximo año, en cuestión de cinco o seis meses.
El problema interno peledeista se agrava ante la indefinición del Presidente porque entre los aspirantes alternos sólo Francisco Javier ha avanzado si se toma en cuenta que Reinaldo Pared salió como una tromba y después que abandonó la presidencia del Senado su candidatura ha devenido agua de borrajas.
Los demás, ni hablar… Temo Montás decrece dentro del enanismo de su candidatura, y Radhamés Segura comienza apenas a levantar cabeza con clara tendencia a sumarse a Leonel cuando avancen un poco más los tiempos.
La candidatura de Vargas
En el difuso panorama electoral sólo el Partido Revolucionario Dominicano lo tiene claro: Miguel Octavio Vargas Maldonado es el candidato presidencial desde el pasado domingo cuando la Trigésima convención de Delegados lo seleccionó su abanderado y le otorgó plenos poderes para escoger a su compañero de fórmula electoral.
La tarea que le aguarda, sin embargo, es ardua y contracorriente: reorganizar el partido a nivel nacional y contener la hemorragia de perredeistas que lucen dispuestos a seguir la aventura de Mejía en su nueva agrupación PRM, que evidentemente le nominará a la Presidencia.
Uno y otro deberán entrar en terreno minado planteándose la posibilidad de reciprocarse apoyo en una posible segunda vuelta electoral, pero en lo inmediato el propósito de Mejía y sus seguidores es de acoso y derribo contra sus ex compañeros para nutrirse de su debilidad.
Incluso, se prevé la posibilidad de enfrentamientos violentos entre ellos ahora que los dos bandos empiezan a movilizarse por todo el país en tareas proselitistas y de reorganización.
Hipólito Vs. Abinader
Aunque las últimas encuestas de publicación reciente colocan al licenciado Abinader Corona por encima de Mejía Domínguez en la preferencia del electorado, la estructura política de Mejía Domínguez saca de competencia a Abinader Corona en la carrera por la nominación presidencial de la nueva formación partidaria, pendiente aún de nombrar a sus cuadros directivos a nivel nacional.
La situación de Abinader Corona se agrava porque cedió el partido familiar-- la Alianza Social Dominicana (ASD)--, al proyecto político que comparte con Mejía Domínguez y de quien ingenuamente había recibido promesa de respaldo para su candidatura presidencial.
Mejía figura por debajo de Abinader en las encuestas, pero el ex presidente está acostumbrado a pelear abajo y confía en remontar la diferencia en cuestión de semanas una vez tome la calle en tareas proselitistas, algo que sus seguidores anuncian para los próximos días.
Quique Antún y el PRSC…
Federico Antún Batlle asumió la presidencia del PRSC en febrero pasado y desde entonces trabaja en su reorganización con el propósito de presentar candidaturas propias en las próximas elecciones.
Su idea es ser el candidato presidencial, recuperar el espacio perdido y tratar de forzar una segunda vuelta en la que el PRSC pueda ser factor decisivo para negociar favorablemente una alianza. Su estrategia es correcta en tanto no haya solución de primera vuelta y se obligue el balotaje.
Liderando la boleta de su partido Quique tendría el liderazgo de esa negociación, que podría conducirlo a la mesa del diálogo con Leonel Fernández, pero lo mismo con Miguel Vargas o con Hipólito Mejía, cualquiera de ellos que pase a una segunda vuelta. Si es que hay segunda vuelta.
Pero si no la hubiera, a Quique como a todos los reformistas se les pelaría el billete. Es el albur que muchos otros se estarán jugando el 15 de mayo del dieciséis. Una fecha que se acerca.