Imagina un lugar que no es ni paraíso ni infierno, sino un limbo por donde pasan desde Adolf Hitler hasta el papa Francisco con un objetivo arduo: juzgar a Martín Lutero, autor de las 95 tesis que cambiaron al mundo hace 500 años.
El juez: San Pedro.
El acusador: Lucifer, también conocido en la tradición cristiana como el Diablo.
La defensora: Catalina de Bora, esposa de Lutero.
Ese es el ejercicio que propone "Martín Lutero en juicio", una obra teatral que se presenta en Nueva York, a punto de cumplirse el medio milenio del momento en que el monje y teólogo alemán abrió un debate de efectos insospechados.
Lo hizo cuestionando la venta de indulgencias, una práctica frecuente en la Iglesia católica de aquellos años, que cobraba a sus fieles para perdonarlos de los pecados que cometían.
Se dice que Lutero clavó sus escritos en las puertas de una iglesia de Wittenberg el 31 de octubre de 1517, aunque también los pudo haber enviado a autoridades religiosas.
Lo cierto es que aquel acto fue el principal disparador de la Reforma protestante, que desafió el poder del Papa —entonces el hombre más poderoso de Occidente—, dividió a la Iglesia católica y dio origen al protestantismo.
"Él estaba en el lugar correcto en el momento preciso y cuando escribió las 95 tesis todos estaban prontos para oírlo", dice Chris Cragin-Day, que coautora de la obra teatral, a BBC Mundo.
"Cambiar el paisaje de poder"
La trascendencia de la figura de Lutero se refleja de diferentes formas hasta los tiempos presentes, cuando se aproxima el aniversario de sus 95 tesis.
Hace un par de años, el fabricante alemán de juguetes Playmobil reveló que su pequeño muñeco del monje con una Biblia y una pluma se volvió el de más rápida venta en la historia de la compañía: 34.000 unidades en tres días.
En EE.UU., además de la pieza en el teatro Pearl de Manhattan, se organizaron diferentes exhibiciones recordando a Lutero.
El diario The New York Times destacó en octubre que el teólogo fue un "pionero de los medios", por su uso estratégico de libros, pinturas, música e impresiones.
Las 95 tesis ocurrieron apenas unas décadas después de la invención de la imprenta por parte de Johannes Gutenberg, algo que resultó clave para que fueran difundidas.
"Fue lo suficientemente después como para que hubiera imprentas en toda Europa, pero lo suficientemente pronto como para que la gente estuviera aun muy emocionada sobre la forma en que eso podía cambiar el paisaje de poder", señala Cragin-Day.
La habilidad de Lutero usando las palabras para convencer o atacar es mostrada en la obra teatral, producida por Fellowship for Performing Arts (FPA), una organización que reivindica "una visión del mundo cristiana para una audiencia diversa".
En un momento, el personaje de Lutero cuestiona por qué el Papa construía sus castillos con dinero de los pobres. Y clava papeles con sus ideas, como se cree que hizo con las 95 tesis.
Entre Hitler y el Papa
Aunque la pieza es crítica con Lutero —Lucifer expresa varios argumentos para llevarlo al infierno— también exhibe la influencia universal que tuvo su pensamiento.
En la lista de posibles testigos del juicio aparecen desde Friedrich Nietzsche hasta Fidel Castro, pasando por Mozart, Sigmund Freud o Martin Luther King.
"¡No podemos traerlos a todos!", exclama San Pedro.
Pero sí acepta traer al Papa Francisco desde la Tierra al limbo, como último testigo solicitado por Catalina.
En un escenario con puertas góticas como había en la iglesia de Wittenberg y una pila de libros de autoría de Lutero, ella le pregunta al pontífice qué habría hecho si hubiese sido papa en 1.500.
"No creo que la Iglesia medieval me hubiera hecho Papa", responde el personaje que encarna a Francisco, y agrega que Lutero estuvo correcto en algunas cosas.
Cragin-Day cree por ejemplo que el actual Papa estaría de acuerdo con la idea de Lutero de que Dios es el único que tiene poder sobre el alma de una persona.
"Imagino que el papa diría algo así como que eso es verdad, pero es responsabilidad de la Iglesia cuidar las almas de los seres humanos", razona la dramaturga, que creó la pieza junto a Max McLean, fundador de FPA.
En la obra Lucifer se enfada con el pontífice argentino: "¡No eres un diplomático, eres el Papa!", le reprocha, sosteniendo que Lutero fue el "enemigo máximo" de la iglesia.
"Ese en realidad serías tú", responde Francisco.
"Yo no dividí a la iglesia", compara Lucifer.
Pero a medida que avanza la pieza, se ve a un Lutero cada vez más preocupado por las consecuencias de sus acciones, que un siglo después llevarían a la devastadora guerra de los Treinta Años.
Se nota el creciente fastidio y agresividad de Lutero no solo con Roma sino con los judíos, por no poder convencerlos, con juicios que bien podrían caer en el antisemitismo, llamando por ejemplo a destruir sus hogares y sinagogas.
De hecho, Hitler también aparece como testigo en la obra: dice que leyó a Lutero en clases de historia "como todos los alemanes", sugiriendo que su propio proyecto nazi no habría sido posible sin esa influencia.
Ante el argumento de que Lutero se enfrentó a los judíos porque rechazaron a Cristo, Hitler replica que él mató judíos buscando el progreso de la humanidad, y pregunta: "¿Quién apuntó más alto?".
Cragin-Day sostiene que ella y McLean son protestantes pero buscaron evitar la obra lo fuera, y en cambio invitar a católicos, judíos e incluso no-creyentes a reflexionar sobre el impacto que Lutero tuvo en el mundo.
"El clima político actual en EE.UU. y otras partes de Occidente la hace sentir aún más relevante", afirma. "Esta obra ofrece algo en la conversación sobre conflictos religiosos y cómo la religión se cruza con la política".
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