La abrupta destitución de Diandino Peña en medio de un escándalo mediático el pasado viernes abre la interrogante en Partido de la Liberación Dominicana (PLD) acerca si sectores oficialistas han vuelto por sus pasos y buscan reeditar los acontecimientos del 2015 con otro “quirinazo” que le quite presión al presidente Danilo Medina y allane el camino para otra reelección consecutiva.
En corrillos y mentideros políticos la cuestión no deja de ser un tema de agenda, puesto que DiandinoPeña parece haber sido seleccionado como “un cordero” para ser sacrificado por su cercanía al expresidente Leonel Fernández.
Tras bastidores se cuestiona la independencia de la investigación periodística y se entiende que los datos que ponen en tela de juicio el patrimonio del empresario y político proceden de sectores palaciegos que buscaban deshacerse del constructor del Metro de Santo Domingo, a la vez que enviar un mansaje a los posibles colaboradores de Fernández.
Un Apunte
¿Quién es Quirino?
La madrugada del sábado 27 de febrero de 2015, de manera sorpresiva, llegó al país el narcotraficante Quirino Ernesto Paulino Castillo, después de cumplir una condena de 10 años en una prisión de Nueva York. Desde dos semanas antes de su regreso, el confeso narcotraficante hizo varias llamadas telefónicas a programas de radio y televisión para reclamar al expresidente Leonel Fernández el dinero de una supuesta deuda de campaña. Esto fue visto como parte de un plan para sacar del escenario político al exmandatario y abrirle paso a la reelección.
Hay quienes sostienen que el modelo es muy parecido a la forma de campaña sucia del oscuro grupo de asesores del brasileño Joao Santana, que mantiene oficinas en el país al servicio del gobierno del presidente Medina.
Esta típica jugada al estilo House of Card ha dejado un sabor amargo en el ambiente político, no sólo por la valoración personal de Diandino Peña, sino porque genera mucha preocupación en la clase política y el empresariado el uso de campañas sucias para eliminar a competidores políticos.
La “teta” y el pragmatismo
Para algunos observadores políticos, el excesivo pragmatismo y el apego a la “teta” del Estado han llevado a sectores del Gobierno a asumir como praxis política lo peor del maquiavelismo, con lo cual reniegan del referente del humanismo político de Juan Bosch.
En el telón de fondo quedarán expresiones lapidarias como la de Euclides Gutiérrez Félix de que, “en política se hace lo que conviene”, una abierta apología a la ética maquiaveliana que justifica el engaño, la crueldad y la mentira como medios idóneos para conquistar o retener el poder frente a la lealtad.
En esta idea, Maquiavelo ensalza a quien gobierna para que se acomode a las circunstancias a fin de conservar su poder; sin importar que sea legítimo o ilegítimo, o que se haga por medios lícitos o ilícitos.
Esa es la “elevación” del poder al paradigma de conducta que emula la fiereza del león y la astucia del zorro, una especie de cíclope de la política que lo desea controlar todo, someter a sus enemigos y aplastar a quienes no comulguen con sus fines.
Observadores advierten que por ese camino, el gobierno del presidente Medina se llevará el mérito histórico de haber creado una escuela para orillar los escrúpulos morales de la arena política y “hacer lo que conviene”. Será la más genuina reivindicación del lado oscuro del autor de El Príncipe y de los Discursos de Tito Livio.
Así se ha echado al zafacón aquella idea de Bosch de que el PLD surgió para ser un punto de inflexión en “la arritmia histórica nacional” que no ha permitido fundar los ideales de los padres fundadores de la república. “Aquí,” se ufanan arrellanados en las poltronas de sus despachos, “el poder es para usarlo”.
Claro, esos dirigentes nunca lo dijeron en vida de Juan Bosch, pues entonces eran tributarios de aquella frase del autor de La Mancha Indeleble de que “no hay arma más potente que la verdad en manos de los buenos” o de que “el valor por sí sólo sirve para matar y morir, no para dirigir y triunfar”.
Ahora reivindican que es mejor ser temido, que amado. En palabra del propio Maquiavelo: “Los hombres se cuidan menos de ofender a quien se hace amar, que a quien se hace temer, porque el amor es un lazo débil para los hombres miserables y cede al menor motivo de interés personal, mientras que el temor nace de la amenaza del castigo, que no los abandona nunca”.
Para ellos, la virtud principal del estadista es aquella que le hace verse en su propio espejo, que le permite comprender el dilema que le atenaza, y al que sólo puede hacer frente aceptando una realidad matizada por la ambición, la crueldad, el engaño y la mentira.
Aunque esa felonía disfrazada con ropajes de astucia se aplique lo mismo para aplastar a los enemigos, que a los propios compañeros; al fin y al cabo, se trata de un necesario ejercicio de supervivencia política.
Así hay quienes entienden que no deben sorprender todas las “males artes” empleadas para aplastar a Leonel Fernández, ni que Diandino haya sido blanco de esos ataques, pese a su condición de miembro del Comité Central peledeísta.
A juicio de los críticos, lo que se ha entronizado en el PLD es una política de ruindades que acepta como irremisible el prototipo de un mundo dominado por la ambición, el apetito de poder, el ansia de subyugar a los demás y la riqueza desenfrenada.
Sólo que toda esta “leyenda negra” podría tener consecuencias para la sociedad dominicana y para el propio PLD, que ha pasado de ser un partido fundado e inspirado por un humanista de la política, a una organización guiada por intrigas y traiciones.