Juan Rojas es un agricultor de Huiñe, una de las miles de personas en el centro-sur de Chile que se han visto gravemente afectadas por los devastadores incendios de las últimas semanas.
Rojas le explica al enviado especial de BBC Mundo, Daniel Pardo, que el fuego atravesó el corredor de aire que había hecho. Se refiere a uno de los métodos más usados por locales para impedir el andar del fuego: abrir una línea de ventilación cortando árboles y plantas.
Su familia y varios de los vecinos ayudaban con baldes de agua y ramas de otra especie para enfriar el bosque, pero nada evitó que una rama prendida, impulsada por el viento, cayera sobre la casa.
Rojas trata de encontrarle una explicación a lo sucedido.
“El pino tiene como una resina que prende más fuerte el fuego, el eucalipto, la hoja seca, también prende bastante fuerte. Por eso son estos incendios porque anteriormente, me acuerdo que mi papá era agricultor, sembraba trigo, y la gente hacía fuego en cualquier parte y nunca pasaba nada”.
“Ahora si una persona se fuma un cigarro y no apaga bien la colilla del cigarro, ya se produce un incendio”.
Muchos expertos coinciden con Rojas: aunque las altas temperaturas, los fuertes vientos y una sequía de alrededor de ocho años hacen que resulte muy difícil controlar el avance de las llamas, hay otro factor que influye en su expansión: las plantaciones de eucaliptos y pinos que en muchas regiones han ido reemplazando a los bosques nativos.
Y es que el centro-sur de Chile es una región costera donde pululan extendidos cultivos de pinos y eucaliptos.
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