Por MARGARITA CEDEÑO DE FERNANDEZ.- La igualdad de género es una de las metas que nos planteamos hace casi 15 años los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas, cuando se concibieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Aunque no hemos llegado a la igualdad de género esperada o idónea, los avances han sido signifi cativos, en la mayoría de los países, principalmente en aquellos países en vías de desarrollo, como el nuestro.
Sin embargo, como hemos apuntado varias veces, los obstáculos que impiden el desarrollo integral de la mujer como ente productivo, aún persisten, limitando la capacidad de la mujer de aportar al progreso económico, político y social de las sociedades donde viven.
Justamente esta semana The New York Times, reproducido por el Listín Diario, planteaba los retos que enfrentan las mujeres para alcanzar puestos ejecutivos en las principales corporaciones del mundo. Dicho periódico, en un artículo titulado “Llegar a la cima ejecutiva aún es difícil para mujeres”, sugiere que existe “una discriminación sutil” hacia la mujer, en cuanto a los sueldos y prestaciones que reciben. Además, se ha estancado el incremento de mujeres en puestos de alto rango, según un estudio realizado en las 500 compañías más importantes del mundo.
Podemos apreciar el mismo planteamiento de estancamiento y discriminación en todos los estudios sobre la participación femenina en puestos de poder, ya sea en empresas, instituciones públicas, partidos políticos, organizaciones comunitarias, entre otras. Organismos con la CEPAL, el PNUD, la OCDE, el BID y el Banco Mundial, han llamado la atención sobre la sistematicidad de estas discriminaciones basadas en género, que mantienen a la mujer en condición de inferioridad.
Las razones que siempre se aducen es que la mujer no puede equilibrar su rol del hogar con su rol profesional, dado que tiene que dedicar tiempo a sus hijos. Se plantea que las largas horas de trabajo que se requieren para ascender en una compañía o en un espacio político, obligan a la mujer a tener que elegir entre una pausa laboral para dedicarse a la familia o sacrifi car su vida personal para obtener algún puesto. Pero este es un mito que cada vez más se va derrumbando solo, en la medida en que las mujeres demostramos nuestra capacidad de ubicuidad.
Pero hay un área donde los estudios indican que hay grandes oportunidades de fomentar la equidad de género, de manera que impacte positivamente hacia el futuro de nuestras sociedades. El artículo publicado en The New York Times resalta que en la industria de la tecnología es donde hay un mayor número de mujeres en puestos directivos; así como una equidad real en cuanto a salarios y compensaciones y condiciones laborales que permiten a la mujer balancear su rol en el hogar con su rol profesional.
La oportunidad que representa la industria tecnológica para la mujer, ha llevado a la Unión Internacional de las Telecomunicaciones a crear el programa “Tech Needs Girls”, el cual forma parte de las actividades que se promocionan en los Centros Tecnológicos Comunitarios que tenemos en todo el país y de la cual fungimos como Madrina para América Latina.
De igual manera, se ha promovido el programa “Mujeres en la Red”, de la mano con CISCO, cuyo resultado ha sido la capacitación de mujeres en administración especializada de redes informáticas, permitiéndoles tener acceso a ofertas laborales de alta calidad.
Asimismo, la iniciativa “Digi- Girls” de Microsoft, que también forma parte de la oferta educativa de los CTC, cuyo objetivo es otorgar la oportunidad a niñas y adolescentes de tener contacto con la tecnología, para incentivarlas y promover que estudien carreras vinculadas a las TIC.
A estas iniciativas se ha sumado Google, empresa que lanzó el programa “Made with Code”, una iniciativa que busca que las niñas y adolescentes aprendan programación, de manera que se inserten en la tecnología como carrera profesional y, así, en un futuro no muy lejano, podamos tener más mujeres en puestos directivos.
En esta línea se inscribe la iniciativa de Andrés Barreto, considerado el Mark Zuckerberg de América Latina, quién auspicia el programa “Coderise”, iniciativa que busca enseñar programación a niños y niñas de 8, 9 y 10 años en diferentes partes del mundo.
Todas estas iniciativas se sustentan en el hecho de que la industria de la tecnología dominará el escenario económico en las próximas décadas. Ante la preocupación mundial sobre la discriminación, promover iniciativas que vinculen productividad, equidad de género y educación, son estrategias efectivas para solucionar el problema existente a mediano y largo plazo.
Sheryl Sandberg, directora de Operaciones de Facebook y autora de la interesante obra “Lean in”, ha dicho en una reciente ponencia: “necesitamos que haya mujeres en todos los niveles, especialmente en la cima, para que podamos cambiar las dinámicas, reconfi gurar la conversación, asegurar que se escuche la opinión de la mujer y que no seamos ignoradas.” Ella es ejemplo de que donde hay mujeres empoderadas, las sociedades progresan.
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