Washington. El presidente de EEUU, Barack Obama, ha intensificado en las últimas horas su campaña internacional para arrinconar a su homólogo ruso, Vladímir Putin, tras el siniestro de un avión en Ucrania en el que Washington dice ver la mano de Moscú.
Obama confirmó ayer que, según la información de inteligencia en su haber, el avión malayo con 298 pasajeros a bordo fue abatido el jueves por un misil tierra-aire lanzado desde un área controlada por los separatistas respaldados por Rusia en Ucrania.
Desde Nueva York, Samantha Power, embajadora de EEUU ante la ONU decía “no poder descartar la asistencia técnica rusa” a los separatistas que presumiblemente derribaron la aeronave de Malaysian Airlines procedente de Ámsterdam y rumbo a Kuala Lumpur.
Obama no involucró directamente a Moscú, pero aseguró que “no es posible para esos separatistas operar de la forma que lo hacen (…) sin equipo sofisticado y un entrenamiento sofisticado y ambos proceden de Rusia”. Horas más tarde coincidía, en sendas llamadas telefónicas, con el primer ministro británico, David Cameron, y la canciller alemana, Angela Merkel, en que Moscú afrontará sanciones adicionales si no deja de alentar la inestabilidad en Ucrania.
“Hicieron hincapié en que Rusia tiene una clara responsabilidad de negar a los separatistas en el este de Ucrania el acceso continuado a armas pesadas y otro respaldo desde Rusia”, indicó la Casa Blanca tras la conversación entre Obama y Merkel.
Similar tono tuvo la conferencia telefónica entre Cameron y Obama, en la que ambos “reiteraron la necesidad de adoptar medidas adicionales si Rusia” no retira su apoyo a los rebeldes. EEUU ha liderado el esfuerzo para frenar a Putin tras la anexión de la península de Crimea en marzo por parte de Moscú y el respaldo subsiguiente a los separatistas en la región oriental de Ucrania.
El lunes, el Gobierno estadounidense acusó directamente a Rusia de mentir y dijo tener pruebas de que, pese a su retórica pacifista, el Kremlin sigue facilitando artillería pesada, financiación y otro equipamiento militar a los rebeldes prorrusos.
“Aunque Rusia dice querer la paz, sus acciones no están en línea con su retórica”, afirmó el lunes el Departamento de Estado. El miércoles, Washington pasaba de las palabras a los hechos con el anuncio de una nueva tanda de sanciones contra “empresas clave” rusas, como los bancos Gazprombank y Vnesheconombank y las energéticas Rosneft y OAO Novatek.
Europa, con una fuerte dependencia energética de Rusia, ha dado pasos más tímidos, y no actuó en coordinación con EEUU en la última ronda de sanciones, aunque Merkel dio señales de estar dispuesta a intensificar la presión sobre Moscú.
“Esta es una plataforma que nos da mucha libertad para actuar en un nuevo nivel”, afirmó ayer la canciller alemana en referencia al nuevo marco adoptado esta semana por la Unión Europea (UE) para adoptar potenciales sanciones adicionales contra Moscú. Obama insistió, por su parte, en que el incidente del avión debería de ser “una llamada de atención para Europa y el mundo” de que el conflicto en Ucrania no es una amenaza “localizada”. “Hay mucho en juego para Europa, no solo para el pueblo ucraniano”, afirmó el mandatario estadounidense.
En ese sentido, John Herbst, exembajador de EEUU en Ucrania durante la presidencia de George W. Bush (2001-2009), aseguró ayer en declaraciones al diario The Wall Street Journal que la adopción de más sanciones por parte de la Unión Europea sería el paso más contundente que Occidente podría dar contra Rusia.
“Ha llegado el momento de que la comunidad europea demuestre que la UE (…) puede ser un serio actor geopolítico”, destacó Herbst. Los vínculos económicos de Europa con Moscú son mucho más estrechos que los que tiene Washington.
Así, mientras que el comercio bilateral entre Rusia y Alemania alcanzó los 105.000 millones de dólares en 2013, la relación entre EEUU y Rusia en el mismo periodo se cifró en 38.000 millones.
Putin, mientras tanto, ha mantenido la calma en plena tormenta al negar el apoyo de Moscú a los separatistas en Ucrania y culpar a Kiev por la continuidad de las hostilidades. Una nueva encuesta del centro Gallup recién publicada muestra, además, que la popularidad del presidente ruso está cerca de máximos históricos, al contar con el apoyo de un 83 % de la población, un incremento del 29 % desde el año 2013.
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