Bogotá (Colombia).- La pluma dio a Gabriel García Márquez un poder comparable al de un jefe de Estado que el escritor utilizó siempre para causas nobles como la paz, la democracia o la liberación de presos políticos, coincidieron expertos en su vida y obra en un debate en la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
La relación de Gabo con el poder fue analizada en el debate "Gabo y la política" por su biógrafo, el británico Gerald Martin, y los escritores Sergio Ramírez (Nicaragua) y Plinio Apuleyo Mendoza (Colombia), amigos suyos.
"Gabo fue un hombre profundamente interesado en la política, un ciudadano que siempre pensaba en su país y que amó mucho a otros países como Cuba, Nicaragua y Chile, siempre en defensa de la democracia", resumió el director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), Jaime Abello, que hizo de moderador.
El foro arrojó luces sobre la manera como García Márquez se relacionaba con el poder y la supuesta fascinación que sentía por quienes lo detentaban, pero como apuntó Martin, eran los poderosos quienes buscaban al escritor y no al contrario.
"La única excepción fue Fidel Castro. Fidel es la única persona que no buscaba a Gabo, Gabo lo buscaba a él porque Fidel representaba para él la dignidad latinoamericana", opinó Martin, autor de "A Life" ("Una vida"), la más completa biografía del nobel.
Según Ramírez, el poder, como el amor, es infaltable a la hora de ver el panorama literario de Gabo, y él mismo se volvió un hombre de poder.
"Gabo es el único caso que yo conozco de alguien que a través de la literatura llegó a tener poder", manifestó Ramírez, quien también fue vicepresidente de Nicaragua después del triunfo de la revolución sandinista.
En el debate, que tuvo lugar en "La Gallera" del pabellón de Macondo, la aldea imaginaria creada por Gabo que es el territorio invitado de honor de la feria, los tres coincidieron en que García Márquez no solo no se dejó seducir por el poder, sino que utilizó el suyo para ayudar a otros.
Gabo usó sus buenos oficios para que Fidel Castro accediera a dejar en libertad a presos políticos cubanos; con el mismo propósito acudió al general Omar Torrijos en Panamá, y su poder era tal que hasta la dictadura argentina lo escuchó.
"Usando ese poder que tenía como escritor también logró sacar presos de la dictadura argentina. (El dictador Jorge) Videla lo oía como escritor a pesar de que había entre ellos un mar de distancia", reveló Ramírez.
El escritor nicaragüense contó que él también recurrió una vez a Gabo, en 1977, y le pidió que intercediera ante el entonces presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, para que cuando los sandinistas derrocaran la dictadura de Anastasio Somoza, reconociera al nuevo gobierno.
"Gabo era un partidario de la paz, como la inmensa mayoría de los colombianos", recordó por su parte Mendoza, que fue su amigo desde la juventud y testigo de la amistad que unió al nobel con la mayoría de los presidentes colombianos de los últimos cincuenta años.
El gran valor que García Márquez le dio a la amistad fue subrayado por todos, pero especialmente por su biógrafo, quien lo definió como "el hombre menos dogmático de este planeta".
"Era amigo de Fidel Castro al mismo tiempo que fue amigo de Álvaro Mutis durante toda su vida. Tenía amigos de todo tipo y los tuvo durante toda la vida. Sabía perdonar si sus amigos lo traicionaban, en ese sentido era un cristiano sin Dios", anotó.
El debate estuvo cargado de anécdotas sobre la relación de García Márquez con el poder, como su estrecha amistad con Bill Clinton, con quien en los años de éste en la Casa Blanca estuvo a punto de concretar un plan para levantar el embargo de Estados Unidos a Cuba, lo que fue confirmado por el ahora expresidente en un documental sobre Gabo del británico Justin Webster.
"A Gabo lo terminaron necesitando los poderosos. Todos los presidentes que yo he conocido se querían relacionar con él", dijo Ramírez, quien recordó que en una ocasión en que García Márquez visitó Costa Rica, el presidente de la época, Rodrigo Carazo, fue a buscarlo al aeropuerto.
El mismo Ramírez relató otra anécdota que Gabo le contó que le ocurrió durante una reunión en el Vaticano con el papa Juan Pablo II.
"De repente a Gabo se le reventó un botón y se agachó a buscarlo debajo de la mesa y cuando levantó el mantel, al otro lado vio la cabeza del papa también buscando. Y Gabo dijo que pensó: 'si mi madre me viera aquí con el papa agachado debajo de esta mesa'".