Si la idea de comer insectos te parece repugnante, la mala noticia es que, probablemente, ya los hayas comido (sin darte cuenta) miles de veces.
Esto es porque uno de los colorantes más usados en la industria alimenticia es el carmín, y, como te estarás imaginando, este colorante está hecho con insectos triturados.
El insecto que se usa para hacer este colorante —que le da a los alimentos una tonalidad rojiza— se llama cochinilla.
Es originario de América Latina y vive en los cactus.
Actualmente se los cría principalmente en Perú, donde se cosechan millones de cochinillas para producir carmín.
Éste es un ingrediente básico en la industria alimenticia. Se lo añade a casi todo: desde al yogurt hasta los helados, pasando por las tartas de fruta, las bebidas sin alcohol, las madalenas y las donuts.
También se usa ampliamente en la industria cosmética, como, por ejemplo, en muchos lápiz de labios.
"Cuatro rojos naturales"
El carmín se usa tanto porque es un aditivo estable, de larga duración, cuyo color no se ve afectado por el calor o la luz.
Los que eligen carmín como aditivo para sus productos señalan que es un producto natural descubierto y utilizado por las cultura maya y azteca, hace más de 500 años.
Dicen que es mucho más saludable que las alternativas artificiales como los colorantes de alimentos hechos a partir de carbón o derivados del petróleo.
Pero incluso los defensores del carmín creen que su uso debería estar claramente indicado en la etiqueta de los productos que lo contienen, ya que en muchos casos no es así.
Si buscas la palabra carmín en un producto que lleva este aditivo, lo más probable es que no la veas en la lista de ingredientes.
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