El mexicano Juan Romero, que se hizo conocido en todo el mundo en 1968 tras ser fotografiado sosteniendo la cabeza de Robert 'Bobby' Kennedy después de que el senador demócrata fuera baleado, murió el lunes 1 de este mes en un hospital de Modesto (California, EE.UU.) víctima de un ataque cardíaco. Tenía 68 años.
El anuncio fue realizado por su amigo Rigo Chacón, quien dijo que la noticia supuso una gran sorpresa para familia y conocidos, ya que era "un tipo grande, fornido, musculoso" que "parecía estar en buen estado de salud", publicó la agencia Associated Press.
Romero dejó su país natal con apenas diez años sin saber que, tiempo después, una imagen suya recorrería el planeta. Fue en el hotel Ambassador de Los Ángeles en el que se desempeñaba como asistente de camarero donde tuvo la oportunidad de conocer en persona al senador, a quien le estrechó la mano tras llevarle un servicio a la habitación.
Sad to hear of the death of Juan Romero at 68. As a teenage busboy he was immortalised in this photo of the assassination of Bobby Kennedy on June 5, 1968 in the Los Angeles Ambassador Hotel. pic.twitter.com/ohvGSrFU0Q— Mark Window (@MarkWindow1) 5 de octubre de 2018
"Lo único que recuerdo es que me quedé con la boca abierta mirándolo", contó tiempo después, agregando que Kennedy se acercó, lo saludó con ambas manos y le dijo "gracias".
"Nunca olvidaré ese saludo y la mirada. Observándome fijamente con esa mirada penetrante que decía: 'Soy de ustedes, estamos bien'. No prestaba atención al color de mi piel, no prestaba atención a mi edad, me veía como estadounidense", relató.
Triunfo y muerte
El 5 de junio de 1968, luego de ganar las elecciones primarias de su partido, Kennedy, de 42 años, saludó a sus seguidores en el salón Embassy del Hotel Ambassador y para ir a hablar con los periodistas decidió atravesar la cocina del establecimiento. Allí volvió a cruzarse con Romero. Instantes después, fue baleado en ese mismo lugar por su asesino, Sirhan Sirhan.
Cuando cayó desplomado, fue el inmigrante mexicano, que entonces contaba con 18 años, el que le sujetó la cabeza ensangrentada. "¿Todo está bien?", preguntó el senador. Romero asintió. "Todo va a estar bien", insistió el candidato demócrata.
Fue en ese momento que el asistente de camarero le colocó un rosario en la mano ante la mirada de los fotógrafos. Al día siguiente, el político murió en el hospital tras una larga operación.
La hija de Romero, Josefina Guerra, contó que su padre "se sentía culpable" por lo ocurrido: "Si yo no le hubiera extendido mi mano, él no habría sido baleado", solía decir.
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