Judas Iscariote (en griego: Ὶούδας Ὶσκαριώτης, del hebreo יהודה איש־קריות[Yəhûḏāh ʾΚqərayyôṯ]); Keriot, ¿? – Jerusalén, 27-33 d. C) fue uno de los apóstoles de Jesús de Nazaret. Siguió a su maestro durante su predicación por Judea y Galilea y, según los evangelios canónicos, fue el apóstol traidor que reveló a los miembros del Sanedrín el lugar donde podían capturar a su Maestro sin que sus seguidores interfiriesen, tal como había anunciado el propio Jesús durante la Última Cena (Mateo 26:14-75 y Lucas 22:20).
Antes de delatar a Jesús
Judas fue uno de los apóstoles de Jesús, no se menciona sobre su llamada ni cuándo se unió a los apóstoles, pero el Evangelio de Juan pone un antecedente importante de la felonía de Judas, ya que él era el tesorero y, según ese evangelio, Judas se apropiaba del dinero destinado a los pobres (Juan 12:6).
La traición de Judas Iscariote
Según los cuatro evangelios canónicos, Judas guio a los guardias que arrestaron a Jesús hasta el lugar donde lo encontraron, les indicó quién era besándole (Marcos 14:43-46). Por su traición fue recompensado con treinta piezas de plata (Mateo 26:15). Existen diferentes interpretaciones sobre el tipo de moneda de que se trata. Donald Wiseman sugiere dos posibilidades para la identidad de las monedas usadas para pagar a Judas. Podrían haber sido tetradracmas de Tiro, usualmente denominados siclos, o pueden haber sido estateros de Antioquía, que llevaban el rostro de César Augusto.2 La tradición y leyes judías, además de las normas romanas, dictaban que en el templo de Jerusalén podían atesorarse exclusivamente didracmas y tetradracmas de Tiro como pago del tributo anual. El Sanedrín habría pagado a Judas en las monedas que formaban parte del tesoro del templo. Las monedas validadas por el templo eran las acuñadas en Tiro.3
Al poco tiempo, Judas se arrepintió de sus actos, intentó devolver las monedas a los sacerdotes que se las habían dado, y al no aceptarlas estos, las arrojó en el templo. Luego, desesperado ante la magnitud de su delación, se suicidó ahorcándose(Mateo 27:5) en un árbol (abril de 29–33). Según otra versión, Judas compró un campo con el dinero que obtuvo gracias a su traición, pero «cayendo de cabeza, se reventó por en medio, y todas sus entrañas se derramaron» (Hechos 1:18), por lo que «aquel campo fue llamado en su lengua Aceldama, que quiere decir «Campo de Sangre» (Hechos 1:19).
La animadversión popular e histórica hacia Judas
Judas ha pasado a la tradición cristiana posterior como el traidor por antonomasia. La animadversión popular hacia el personaje se expresa fielmente en la quema, apedreamiento o linchamiento ritual de numerosos muñecos llamados Judas en Carnaval, Semana Santa u otras fiestas populares (como el Día del Judas celebrado en Robledo de Chavela, o El Judas de Samaniego, ambas en España, o las Festividades de los Judíos en Purísima del Rincón, en México). Esta animadversión hacia Judas, y también hacia los sacerdotes judíos que contrataron sus servicios, fue desviada para que contribuyera al antisemitismo, facilitando la formación de un estereotipo negativo sobre el pueblo judío.[cita requerida] A ello ayudó que Judas proviniera de Judea, región netamente judía, de esta forma Judas=Judea=Judío; término que deriva del nombre del reino de Judá (del hebreo יְהוּדָה, Yehudá, hijo de Jacob). La generalización tuvo éxito a pesar de que evidentemente Judas no era el único judío entre los apóstoles, de que los demás apóstoles judíos no traicionaron a Jesús y de que el mismo Jesús era judío.
Ejemplo de esta antigua animadversión popular se observa en una leyenda medieval, recogida por Jacobo de la Vorágine en su Leyenda dorada (capítulo XLV: San Matías Apóstol)4 en la que Judas, antes de traicionar a Cristo, comete varios pecados horribles (fratricidio, parricidio e incesto), que recuerdan a los de Edipo. Ciborea, madre de Judas, soñó que el hijo que iba a tener sería una amenaza para su propio padre, para Dios y para su pueblo. Por esa razón, lo abandonó nada más nacer en una cesta, que arrojó al mar. La cesta fue a parar a la isla de Iscariote, y la reina del lugar, que no tenía hijos, adoptó al niño. Sin embargo, poco después quedó embarazada y dio a luz a un hijo. Judas creció junto a este niño, su hermanastro, una criatura bondadosa a la que maltrataba continuamente. Finalmente, lo mató y huyó a Jerusalén, donde entró al servicio del gobernador de su patria (Pilatos) y, a petición de éste, entró a robar manzanas en el jardín de su padre. Sorprendido in fraganti, mató al padre. Después, se casó con la viuda de éste, es decir, con su propia madre. Tras averiguar su verdadera identidad, trató de expiar su culpa convirtiéndose en uno de los apóstoles de Cristo —pero, lejos de redimirse, acabó traicionando a su maestro—.5
Véase también: Fiesta del Judas
Reivindicación de Judas
En los siglos XIX y XX, algunos autores ensayaron, como ejercicio de ingenio, por motivos filosóficos-ideológicos o por convicción sincera, la posible reivindicación del personaje. Así, Ferdinando Petruccelli della Gattina, en el controvertido Las Memorias de Judas (1867), describe el apóstol como un revolucionario y líder de la revuelta judía contra el imperio de los romanos. En el año 1944 Jorge Luis Borges publica el cuento Tres versiones de Judas, en el que presenta a un teólogomostrando tres interpretaciones de Judas diferentes a la convencional, para quedar convencido al final de su última teoría: Dios no encarnó en Cristo, sino en Judas. Posteriormente Juan Bosch, en su libro de 1955 Judas Iscariote el calumniado, revisa la tradición evangélica sobre el personaje, presentándolo como víctima de una interpretación errónea de los hechos. El cine también ha mostrado facetas diferentes de Judas; por ejemplo, la película de Martin Scorsese La última tentación de Cristo, basada en la novela homónima de Nikos Kazantzakis.
En el año 2006, esta lectura positiva de Judas cobra nuevos bríos con la publicación en abril de la traducción del Evangelio de Judas, un texto gnóstico que data posiblemente del siglo II. Según este texto, el propio Jesucristo pidió a Judas que lo traicionara y Judas cumplió la orden como supremo acto de obediencia. Para los gnósticos esto representaba un acto sagrado, ya que ayudaba a liberar del cuerpo el Espíritu Santo de Jesucristo.
En el año 2007 el autor C. K. Stead siguiendo el Evangelio de Judas publica My Name Was Judas (Mi nombre fue Judas), una novela en la que Judas, octogenario, narra su amistad con Jesús desde su infancia (época en la que compartían el mismo maestro) hasta la muerte de su maestro.
Muerte de Judas
Existe una controversia acerca de la muerte de Judas, ya que el Evangelio de Mateo sólo nos dice que ...fue y se ahorcó (Mateo 27:5), mientras en el libro de los Hechos de los Apóstoles dice: el cual era contado con nosotros, y tenía suerte en este ministerio. Éste, pues, adquirió un campo del salario de su iniquidad, y cayendo de cabeza, reventó por medio, y todas sus entrañas se derramaron (Hechos 1:17-18). Para conciliar ambos textos, se ha sugerido que cuando Judas se colgó, la cuerda se rompió, de modo que su cuerpo cayó y se reventó al golpear el suelo. Sin embargo, para que esto pudiera ser posible Judas tendría que haberse “ahorcado por los pies”. Por otro lado en la Biblia nada hace pensar que así hubieran sucedido las cosas. Esta inferencia no soluciona el problema de la incoherencia. La solución para este conflicto está en dónde tomaron sus relatos Mateo y Lucas. Mateo (que escribió para un público judío) se inspiró en la muerte de Ajitofel (2 Samuel 17,23), mientras que Lucas que escribía para un público de origen pagano (griego) se inspiró en el libro deuterocanónico de Sabiduría (Sabiduría 4,19).6 Se dice que Judas compró el campo porque los sacerdotes lo compraron con el dinero que pagaron a Judas por su traición y que éste, más tarde, les devolvió (Mateo 27:3-10), de manera que era, en cierto modo, una adquisición del propio Judas. Al campo se le llamó «Campo de Sangre» por dos razones, y cada evangelista da una de ellas (Mateo 27:7-8);(Hechos 1:19).
El Corán niega la crucifixión de Jesús de Nazaret (Sura 4:157-158), y el islam argumenta que Alá no permitiría la indigna muerte de cruz para un profeta tan estimado como Jesús. Por eso, los musulmanes afirman que los judíos crucificaron a alguien que se parecía a Jesús, que pudo haber sido Simón de Cirene o Judas Iscariote.7 La muerte de Judas, un hecho en apariencia único, ha dado lugar a un gran número de controversias e interpretaciones derivadas en su mayoría de las diferentes traducciones de los textos que la describen.
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