Las Farc se fundan oficialmente en 1964, cuando Marquetalia era uno de los resquicios de la época de la violencia: algunos liberales que se habían armado para hacerle frente a los ejércitos conservadores, no habían entregado las armas cuando el general Rojas Pinilla había concedido una amnistía general. Entonces, desde que fueron atacados, formaron una guerrilla móvil.
Pero el problema había empezado a comienzos de los años veinte. Especialmente en los baldíos, cuando empezó la lucha entre campesinos y hacendados por el control de las tierras. Según la historiadora Catherine Le Grand, gracias a los conocimientos jurídicos, y al apoyo de las autoridades, la mayor parte de las tierras terminó en manos de los más ricos. Y durante la época de la violencia, el conflicto por la tierra se aceleró, porque la guerra entre los partidos estuvo marcada por el desplazamiento forzado.
Así, desde un principio, el levantamiento de las Farc estuvo influido por la exigencia de una redistribución de agraria. Por otra parte, la guerrilla estaba vinculada al Partido Comunista, que tenía como consigna hacer la revolución a partir de “la combinación de todas las formas de lucha”. Y desde luego, el triunfo de la Revolución en Cuba también motivó en toda América Latina a las guerrillas.
En sus primeros años, las acciones de las Farc afectaban muy poco el funcionamiento del régimen. Según Daniel Pécaut, se trataba de un grupo aislado con un pie de fuerza pequeño: contaba con alrededor de novecientos combatientes a finales de los años setenta. Por lo tanto, sus capacidades militares eran muy limitadas, lo mismo que sus posibilidades de tomarse el poder.
Recursos del narcotráfico
Sin embargo, todo cambió cuando en los años ochenta los dineros del narcotráfico multiplicaron los recursos de la guerrilla: se ampliaron los frentes y modernizaron el armamento. Si en 1975 tenían cinco frentes, en 1982 tenía veinticuatro; y desde esta fecha, decidieron ampliarlos a cuarenta y ocho, como lo afirma Daniel Pécaut en su libro sobre las Farc.
Durante el gobierno de Belisario Betancur se entablaron negociaciones de paz. Se formó la Unión Patriótica, como una coalición de partidos de izquierda, y se discutió sobre una mayor apertura política. Pero mientras tanto, las Farc ampliaba su pie de fuerza, secuestraba y estallaba puentes porque, según un informe del Centro de Memoria Histórica, la guerrilla asumía que “Colombia se encontraba al borde de una situación revolucionaria”. Y con las mismas intenciones de paz, cerca de 2.500 miembros de la UP fueron asesinados por los paramilitares.
La situación no cambió mucho durante los años noventa. Andrés Pastrana intentó sentarse a dialogar, pero cuando se terminaron las conversaciones, el conflicto estaba muy lejos de terminar. Los paramilitares masacraban e intimidaban a poblaciones enteras para acabar con el supuesto apoyo que le daban a la guerrillas.
Antes de que terminara el gobierno de Andrés Pastrana, se firmó el Plan Colombia, que implicó que enormes sumas de dinero, entregadas por Washington, fueran usadas para modernizar las fuerzas armadas. Desde entonces, en especial durante la presidencia de Uribe, el ejército fue muy efectivo, pero los falsos positivos y los vínculos con las autodefensas representaron un alto costo para el Estado.
En la primera parte del gobierno de Juan Manuel Santos fueron contundentes los operativos contra la guerrilla, aunque estuvieron lejos de derrotarla. Luego llegó una época de esperanza. Se dio inicio a los acuerdos de La Habana que, aunque llevaron al país a un nivel de polarización, también dio paso a lo que sería el fin de la guerra armada en Colombia. Sin embargo, nadie sospechaba lo que ocurriría con la firma de los acuerdos.
El expresidente Santos usó un mecanismo de refrendación para aprobar los acuerdos de manera democrática. El día del plebiscito por la paz será uno de los más recordados en la historia patria: los colombianos le dijeron no al proceso de paz. Pese a esto, el Gobierno de Santos hizo caso omiso y continuó con el proceso. El 26 de septiembre de 2016 en Bogotá se dio la firma oficial para ponerle fin a más de 50 años de conflicto armado.
No obstante, poco a poco los diálogos se fueron debilitando. En abril del año pasado fue capturado Jesús Santrich, jefes del Bloque Caribe y uno de los delegados de las Farc en los acuerdo de La Habana, por supuestamente participar en un envío de cocaína a Estados Unidos. Por este hecho, Iván Márquez, comandante del Bloque Caribe y jefe de la delegación de paz que negoció en La Habana los acuerdos, decidió irse de la zona veredal de Miravalle, en San Vicente del Caguán, en donde estaba cumpliendo con su proceso de reincorporación. Dijo que las autoridades estaban planeando un montaje en su contra
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