Si de ideas preconcebidas hablamos, una de las más enraizadas es la de tildar de no aptos e inmaduros a los que llevan a cuestas veintitantos o 30 calendarios. Así, sin más, un rostro juvenil se vuelve pretexto para obviar competencias profesionales, propuestas, criterios...
Nadie niega que la experiencia llega con el tiempo, con las vivencias, pero también con las responsabilidades que se asuman desde los años mozos, sin quemar etapas ni dejar de pensar y actuar de acuerdo a la edad.
Los amplios debates que suscitó la política de cuadros y los jóvenes en tareas de alta responsabilidad en el 8vo. Congreso del Partido, dan fe de cuán importante es la misión de los más bisoños en estos tiempos.
El Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en el discurso de clausura dio varias indicaciones sobre cómo abordar el trabajo de la vanguardia política con los jóvenes:
«Es preciso hablar y compartir realizaciones con nuestros jóvenes como las más importantes personas que son; distinguirlos como gestores de las transformaciones en marcha. En ellos está la fuerza, la disposición y decisión, la sinceridad para cualquier emprendimiento o aporte revolucionario que la situación demande. En el clímax de la pandemia lo han demostrado con arrojo y responsabilidad».
No es ocioso recordar que la subversión ideológica contra Cuba siempre ha apuntado a las nuevas generaciones, en el empeño de separarlos de los valores e ideales que defendieron sus padres y abuelos. Por eso el llamado de Díaz-Canel a «estimular el debate popular, propiciando encuentros periódicos con estudiantes y con jóvenes de diferentes profesiones y oficios».
La Revolución no desestima el aporte de los jóvenes en un momento en que el país no puede permitirse ingenuidades políticas ni apatía social en medio de la guerra no convencional que se lleva a cabo contra la Isla: «En la medida en que abordemos con claridad y transparencia las batallas por elevar la calidad de vida de los cubanos y que sumemos a los jóvenes a participar con su natural entusiasmo en todas las tareas cruciales para el país, estaremos reactivando las esencias del Partido».
Un Congreso en el que se ha hablado con tanta claridad de los jóvenes y de su papel en la Cuba de hoy, no puede derivar en otra cosa sino en más confianza en ellos, en que sabrán dar continuidad a la obra revolucionaria, aunque siendo más parecidos a su tiempo que a sus padres, pero sin olvidar, ni por un momento, la historia gloriosa que los precede.
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