China ha utilizado aviones tripulados (drones) para espiar industrias contaminantes y así asegurarse de que están cumpliendo con las leyes de protección ambiental.
Los drones han sido desplegados en varias provincias en el norte del país para vigilar cómo los molinos, las estaciones de energía y otras fábricas tratan sus desperdicios.
Las naves no tripuladas tienen cámaras infrarrojas para poder monitorear sus objetivos incluso de noche.
El rápido crecimiento económico y el desarrollo del gigante asiático en las últimas décadas ha causado una severa polución, que el gobierno ha prometido combatir.
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