Franz Freudenthal Thicauer es de habla pausada, mirada serena y llena de sentimientos. Brillan muy fuerte sus ojos mientras recrea la escena que lo indujo a ser un innovador de la ciencia durante toda su carrera y a no descansar hasta encontrar la fórmula para salvar vidas.
Al recordar que siendo estudiante de medicina en un hospital infantil de la capital de Bolivia, La Paz, su ciudad natal, vio morir a un recién nacido porque los médicos no podían salvarlo, señala que ese episodio lo marcó muy adentro y lo condujo por el camino de la investigación científica.
Era difícil saber lo que estaba pasando por su cabeza en ese momento, pero al apretar sus labios, hacer puños con sus manos y decir claramente que quedó devastado al ver que quienes podían hacer algo no estaban haciendo nada, me convenció de que realmente su invento no buscaba fama y dinero.
Este creador de dispositivos oclusores para cardiopatías congénitas y merecedor del “Premio Innovadores de América 2014”, ganó 50 mil dólares de parte de los auspiciadores del galardón, más otros 10 mil de la empresa Ruta R, que serán invertidos en nuevas investigaciones.
Y es que la felicidad y tranquilidad del hogar de este galeno está en el momento en que sus pacientes abren los ojos después de colocarle el dispositivo que inventó para que no se les vuelvan a obstruir las venas y saber que quienes depositaron su fe en el médico recobrarán sus sonrisas.
“He sido nombrado como un innovador de la ciencia y la tecnología, aunque lo importante para mí no era eso, sino responder satisfactoriamente a las necesidades de mis pacientes. ¡Soy médico y necesito que mis pacientes vivan para yo poder estar bien”, expresó de forma exaltada. El ganador del “Premio Innovadores de América 2014”, en la categoría de Ciencia y Tecnología, dijo también que: “Para mí es una obligación innovar y buscar nuevos caminos para que los enfermos vivan. Eso está dentro de mis principios básicos. No puedo dejar de trabajar ni un instante”.
Aseguró que lo mejor que le puede pasar a un médico es acertar en los diagnósticos que hace y devolverle la salud a quien ha confiado y puesto en sus manos lo más preciado que tiene el ser humano, que es la vida.
“Gracias a Dios ya tengo 50 mil pacientes vivos. Imagínese lo lindo que es caminar por este mundo con el apoyo de 50 mil personas que a uno le están echando bendiciones y diciendo levántate, tú puedes y tienes que hacerlo. Hay un niñito grave, sólo tú puedes salvarlo y yo lo logro. En la noche duermo a plenitud, cansado, pero muy satisfecho”.
Según explicó durante esta entrevista, realizada en el centro de convenciones Caja de Madera, de la Plaza Mayor de Medellín donde se efectuó la premiación, en su haber ha tratado a prematuros desde 1,200 gramos, adultos de 120 kilos y ancianos de hasta 90 años.
“Esas cardiopatías afectan a toda la población; claro, las personas adultas vienen con cardiopatías cardíacas, o tal vez con una situación diferente a la de los recién nacidos, pero igual tratamos de ayudarles. Y los más pequeños tienen ganas de vivir y los ayudamos a vivir”, expresó.
Explicó que cuando el niño está dentro del útero tiene una forma de vivir, y cuando sale de ese ambiente cambia y esa adaptación a veces no sale bien, quedan algunas arterias abiertas y entonces entra la ciencia a reparar un poco lo que la naturaleza no pudo hacer.
Indicó que en Bolívia son muy frecuentes esas enfermedades por el fenómeno de las alturas y señaló a la República Dominicana como uno de los países que también tiene un alto índice de mortalidad infantil producto de las cardiopatías inesperadas al nacer.
Algo importante que resaltó fue que esos pacientes no tienen cicatrices, entran a la sala de intervención en la mañana y al día siguiente están en su casa, un poco anestesiados y cedados todavía pero bien. “Son técnicas maravillosas, casi milagrosas”.
¿Qué tiempo le tomó concluir su invento?
“Toda mi vida, desde que inicié mi carrera de medicina en las primeras prácticas supe que yo tenía que hacer algo para salvar a otros niños, ya que estaba comenzando y no podía hacer nada porque no tenía la fórmula, pero pensé que los que tenían muchos años siendo médicos ya debían haber inventado algo y no dejar ir a tanta gente”.
El concepto de creación del primer dispositivo duró tres años, otros tres en llevarlo a las ovejas y otros animales y después al ser humano, para iniciar entonces la fase de certificaciones del aparato. Freudenthal Thicauer calcula que debe haberle tomado 10 años de ensayo y preparación del producto.
“Yo estuve estudiando y llevando a cabo toda la parte formal. Es importante entender que ayudar es difícil y complejo porque uno tiene que entender la complejidad de los problemas en la medicina y en los pacientes y encontrar soluciones simples”.
De acuerdo con sus declaraciones, las cardiopatías son la causa principal de la mortalidad infantil en todos los países desarrollados y en los de vías de desarrollo están en tercer lugar.
En Bolivia, por ejemplo, citó que la situación es trágica, ya que el 4% de los niños se mueren en el primer año de vida y entre las causas principales están esas cardiopatías.
Su recomendación a los nuevos médicos es: Primero agradecer el “Premio Innovadores de América” por la exposición del conocimiento y los resultados visibles de las investigaciones médicas, más el reconocimiento de la efectividad de los inventos.
Y lo segundo y tal vez más importante -dijo- es hacer ver a profesionales de la medicina que son unos privilegiados al poder hacer algo por los demás.
Les aconseja que no se queden en los libros como fuentes, sino que vean en cada paciente una oportunidad de conocer más y cambiar lo que está bien por algo mejor, utilizando nuevas alternativas y las tecnologías.
Ficha técnica
Los dispositivos oclusores para cardiopatías congénitas creados por el doctor Franz Freudenthal son versátiles y de liberación segura de la obstrucción de las venas durante el proceso de intervención en pacientes, lo cual permite a los médicos implantarlos y reposicionarlos tantas veces sea necesario hasta su perfecta posición.
Están fabricados con nitinol (aleación de niquel y titanio) lo que les concede la propiedad de mantener la memoria adecuada, mayor flexibilidad en el momento de la colocación y una vez implantado el dispositivo le otorga mayor rigidez además de lograr mayor compatibilidad con el cuerpo humano.
El proceso de fabricación cuenta con innovaciones tecnológicas lo que los hace productos originales y únicos además de tener un reducido costo.
1 Utilidad. “Hemos realizado estudios que nos aseguran que esos dispositivos pueden soportar la vida durante 80 y 100 años después de haber sido implantados. Por eso es un proyecto innovador porque hemos sido los primeros en crear oclusores para el efecto cardíaco y la persistencia de los conductos arteriosos”.
2 Agradecimiento. “Yo quería decir dos cosas: Lo primero es que la vida me ha dado una hermosa compañera, mi esposa la doctora Alexandra Gil, que sin su apoyo y sin su paciencia no hubiera logrado este premio. Al mismo tiempo son miles los bolivianos, colombianos y de todo el mundo que me apoyan en mi labor en favor de los niños a través de diferentes fundaciones”.
3 Lamento. “Todo está muy bien y estoy feliz por el reconocimiento que me hacen al trabajo científico, pero lamento que en este momento en que me encuentro fuera de mi país algunos niños estén muriendo por falta de un dispositivo de los que he creado justamente para que se queden con nosotros en este mundo”.
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