Se acaban de cumplir cuatrocientos sesenta y cuatro
años del establecimiento del tribunal del santo oficio de lima Perú.
Un museo recuerda y revive los dos siglos y medio
que operó.
Más de mil personas entran cada día en un imponente
edificio colonial localizado frente a la plaza bolívar, en la capital peruana.
Durante cuatrocientos sesenta y cuatro años
consecutivos. Ahí funcionó la filiar provincial del consejo supremo y general
del santo oficio de la Inquisición española. De 1569-1820, sus hoy remozadas
paredes fueron mudos testigos de las penosas circunstancias dividas por miles
de “pecadores”.
Por mandato de Felipe II de España. El Tribunal limeño
abarcaba los territorios actuales de Perú, Chile, Argentina, Uruguay y
Paraguay. Los frailes dominicos habían convencido al soberano de que, en las
tierras del nuevo mundo. La moral pública y privada se habían relajado además,
muchos judíos y protestantes se habían escondido allá. Por eso, además del limeño,
el monarca ordenó que en Cartagena de Indias y México hubiera tribunales similares.
En la actualidad, el inmueble alberga al Múseo de la
inquisición de lima.
Recorrerlo es recibir una lección sobre la historia
vivida por los pueblos hispanoamericanos antes de su independencia.
La visita comienza en la sala de audiencia donde aún
se conserva la amplia mesa de cedro en la que se iniciaban los procesos.
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