No ha pasado mucho más de un mes desde que Donald Trump, entonces todavía candidato republicano a la Casa Blanca, condenaba a su oponente demócrata Hillary Clinton por tener lazos demasiado cercanos con Wall Street.
Pero ya como presidente electo de Estados Unidos, Trump ha venido trayendo a su equipo de gobierno a antiguos ejecutivos de la firma más legendaria y poderosa del sector financiero estadounidense: la banca de inversión Goldman Sachs.
El hombre clave de las finanzas, el escogido por Trump para ser su secretario del Tesoro, es Steven Mnuchin, quien estuvo 17 años con la firma.
También es veterano de Goldman Sachs el encargado de la estrategia política del presidente electo.
Steve Bannon ha adquirido notoriedad por su papel al frente del sitio web de derecha radical Breitbart News, el mismo que ha sido acusado ampliamente de difundir propaganda racista a favor de la supremacía blanca.
Pero Bannon también fue oficial naval, y luego de terminar su carrera militar, estudió una maestría de administración de empresas en la Universidad de Harvard, lo que eventualmente le abrió las puertas de Goldman Sachs, la firma en donde trabajan los más ambiciosos y talentosos de Wall Street.
Consejero económico
A este dúo de figuras poderosas se espera que se sume un tercer funcionario.
El fin de semana se conoció que Trump se disponía a nombrar a Gary Cohn como jefe del Consejo Económico Nacional.
Una posición que lo pondrá a cargo de coordinar elementos esenciales de la estrategia económica en el nuevo gobierno.
De entre los "exalumnos" de Goldman Sachs que llegan al nuevo gobierno, Cohn es quien ostenta el cargo más alto en la firma.
Cohn es el gerente operativo de la firma, el segundo al mando después del presidente de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein.
Una historia ilustre
Goldman Sachs es toda una leyenda en la escena financiera neoyorquina.
Su comienzo fue más bien humilde. Marcus Goldman, un inmigrante alemán que llegó a Nueva York en 1848, trabajó años como tendero antes de empezar a comerciar con títulos financieros y asociarse en 1882 con su yerno, Samuel Sachs.
En el siglo XX la firma empezó a ganar terreno en Wall Street.
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Sobrevivieron la gran crisis de 1929 y en la recuperación de la postguerra asumieron su lugar como la firma de sangre azul del sistema financiero estadounidense, la que agarraba los mejores negocios y reclutaba a los financistas más brillantes.
En la década de los 80, un libro del reconocido autor estadounidense Tom Wolfe, "La hoguera de las vanidades", describía irónicamente a los habitantes de Wall Street como los "amos del universo".
Y pocos han encajado tan bien en esa categoría como los altos ejecutivos de Goldman Sachs.
De una parte están las remuneraciones a las que tienen derecho, con la reputación de ser las más altas en todo el mercado. Y del otro está también el poder, incluso político.
Goldman Sachs se ha convertido en una cantera de la cual han salido varios ministros de Hacienda de EE.UU.
Presidentes de ambos partidos políticos los buscan. El demócrata Bill Clinton tuvo como su ministro estrella a Robert Rubin, expresidente de la firma.
Mientras que en la otra orilla ideológica, el republicano George W. Bush escogió a Hank Paulson, también de Goldman Sachs.
En crisis
Fue éste precisamente el que tuvo que hacer frente a la crisis financiera de finales de 2008, la misma que hace que muchos cuestionen el papel de la empresa en ese oscuro momento de la economía estadounidense.
Por años el sector financiero había hecho mucho dinero vendiendo títulos valores respaldados por hipotecas de solidez cuestionable.
Goldman Sachs fue una de esas firmas.
En 2008 empezó a ser evidente que muchos estadounidenses tenían problemas para pagar sus hipotecas.
Los bonos que había vendido Wall Street, basados en dichas hipotecas y ya diseminados por toda la economía, empezaron a ser vistos como una inversión poco confiable.
Así se contribuyó a desatar una catástrofe financiera que tumbó a varios de los bancos más prestigiosos de EE.UU. y que llevó al gobierno a rescatar con miles de millones de dólares al resto del sector financiero para evitar su desplome total.
Al mismo tiempo, millones de estadounidenses comunes y corrientes perdían sus casas o veían esfumarse el valor de las mismas.
Muchos otros más enfrentaron el desempleo en la que resultó ser una muy severa recesión de la que el país apenas se empieza a recuperar.
Y eso por no hablar del impacto devastador de esta crisis en Europa y el resto del mundo.
En campaña
Goldman Sachs sobrevivió a la catástrofe y sigue siendo notoriamente rentable.
Durante la campaña presidencial que acaba de terminar, la derrotada candidata demócrata Hillary Clinton fue atacada desde la izquierda y la derecha por lo que era visto como su cercanía con firmas como Goldman Sachs.
Tanto Donald Trump desde la derecha, como Bernie Sanders, rival en el ala izquierda de su propio partido, censuraron a Clinton por recibir cuantiosas sumas de dinero de estas firmas para dar conferencias ante sus poderosos banqueros.
En cualquier caso, todo indica que al menos en su comienzo la presidencia de Trump, que algunos señalan de "antisistema", contará con numerosos representantes de la firma de sangre más azul en el elitista mundo de las finanzas de Wall Street.
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