La ventana internacional abierta por la Fiesta de los Clarinetes 2017 permitió al público que asistió el último sábado al Oratorio San Felipe Neri, en el centro histórico habanero, asomarse al quehacer de uno de los más calificados tríos de cañas del momento, en una jornada donde también se reconoció el aporte de Javier Zalba al desarrollo de ese instrumento en Cuba.
El Pen Trío, de Estados Unidos, ofreció una demostración convincente. Al prolongar la tradición de los tríos de instrumentos de cañas —llamados así por el uso de lenguetas para la emisión del sonido—, como el que hace un siglo alcanzó notoriedad en París a partir de un formato de oboe, clarinete y fagot, estos músicos norteamericanos no solo recrean el repertorio conocido sino propician la creación de nuevas partituras.
Ejemplo de ello fue la inclusión en la primera parte de su programa de la Suite pour trio d’ anches (Suite para trío de cañas), del polaco Alexander Tansman (1897-1986) y Security lapses, del norteamericano Jon Grier (1953). Muy cercano a la estética neoclásica de Stravinsky, aunque también deudor del impresionismo francés, Tansman escribió la citada partitura en 1949, la cual, con el tiempo, ha devenido referencia ineludible.
El ejercicio camerístico de Tansman se emparenta con las obras concebidas para idéntico formato por los franceses George Auric, Jacques Ibert y Henri Tomasi.
Grier es, hoy por hoy, uno de los compositores más completos de la escena estadounidense. Ha estrenado más de 30 obras para piano, formaciones de cámara, voz, banda, orquesta y conjuntos de jazz. Recientemente fue proclamado Compositor del Año por la Asociación de Pedagogos Musicales de Carolina del Sur. Entre el Pen Trío y él existe una probada afinidad.
Resultó interesante en la obra de Grier las alusiones a las vulnerabilidades de las tecnologías de la información en el título de las partes en que se divide la pieza —leaks, hacks, bugs y moles— y el entramado lúdicro que establece mediante ingeniosas y casi minimalistas secuencias armónicas y planos rítmicos diversos.
La oboísta Nora Lewis, el clarinetista Phillip Paglialonga y el fagotista Eric Van der Veer Varner transmitieron al auditorio la plenitud de una empatía expresiva que mucho se agradeció.
Antes de la intervención del Pen Trío, hubo un merecido homenaje a Javier Zalba. A su maestría en el saxofón y la flauta, internacionalmente proyectada por su labor en Irakere y Temperamento, hay que añadir su incidencia en la formación de clarinetistas cubanos.
Marita Rodríguez, quien junto al profesor Vicente Monterrey anima por quinta ocasión la Fiesta de los Clarinetes, subrayó especialmente el compromiso de Zalba con el instrumento y el evento, y lo acompañó al piano en una muy disfrutable obra del norteamericano Phillip Parker, Grooves.
Alejandro Calzadilla y clarinetistas aún más jóvenes como Dunia Andreu, Ninian Rodríguez y Flavia Méndez repasaron algunas de las partituras escritas por Zalba. Al cierre a estas dos últimas se unió María Laura Terry, recién egresada de nivel medio y poseedora de una individualidad interpretativa a la que debemos seguir en lo adelante por sus promisorias cualidades, en Divertimento no. 2, obra de Zalba que da la medida de lo mucho que puede aportar este músico cubano de proponerse ensanchar esa vertiente de su creación.
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