La obesidad es hoy en día un problema que afecta no sólo a los humanos sino también a nuestras mascotas.
En algunos países ya pasó a ser la primera causa de problemas de salud en animales domésticos.
De hecho, en Reino Unido, más de la mitad de los perros tienen sobrepeso y los gatos y conejos también se están poniendo demasiado gordos.
Los perros estadounidenses no se quedan atrás: el 54% tiene sobrepeso, según la Asociación para la Prevención de la Obesidad en Mascotas (APOP, por sus siglas en inglés).
Para investigar el cuál es la mejor manera de combatir la obesidad en las mascotas, el programa de la BBC “Trust me, I'm a vet” (Confía en mí, soy veterinario) realizó un estudio. Les contamos cómo les fue.
Causas y consecuencias
Las causas de la obesidad en mascotas son varias: insuficiente ejercicio, demasiado alimento extra -como las sobras de la mesa y otras exquisiteces que les damos- y la falta de conocimiento sobre el peso ideal de un animal.
Las consecuencias de la obesidad van mucho más allá de una cuestión estética.
Son varias las enfermedades que pueden desarrollarse como consecuencia de este sobrepeso.
Las más comunes son diabetes, presión arterial alta, problemas para respirar, artritis, mal funcionamiento del hígado, pelaje de baja calidad y dificultades con las digestión.
Todas ellas también reducen la expectativa de vida de los animales.
“La obesidad es una enfermedad que mata a millones de mascotas de manera prematura, genera enorme dolor y sufrimiento y le cuesta decenas de millones de dólares a los dueños de mascotas en gastos médicos evitables”, advierte el fundador de la APOP, el veterinario Ernie Ward.
¿Menos comida o más ejercicio?
Si bien los humanos contamos con muchísima investigación sobre las mejores formas para perder peso, no existe tal información para animales.
Por eso, “Trust me, I'm a vet” (Confía en mí, soy veterinario) realizó un estudio con 13 voluntarios y sus perros para averiguar la forma más efectiva de ayudarlos a reducir esos kilos perrunos demás.
El trabajo se realizó en la Clínica de Control de Peso de la Universidad de Liverpool, bajo la guía del profesor Alex German.
Los investigadores se plantearon averiguar qué tiene un mayor impacto en el peso de los perros: cuánto comen o cuánto ejercicio hacen.
Para ello, primero analizaron a cada uno de los animales, tomando nota de su peso, su historia clínica y su temperamento (con la asistencia de los veterinarios de cada uno de los perros).
Luego, estimaron el Índice de Condición Corporal (BCS, en inglés), una medición de la grasa corporal que indica sobrepeso cuando el resultado es mayor a seis.
Los perros tenían en promedio un BCS de 7,76.
Por último dividieron a los voluntarios en dos grupos de forma aleatoria.
Menos comida
Al Grupo 1 se le asignó una dieta diseñada específicamente para cada perro.
Se les pidió a los dueños de las mascotas que les dieran una cantidad preestablecida de comida de perro cada día y que no les dieran ningún otro alimento.
Además se les ordenó mantener la rutina de ejercicios habitual de cada animal.
Una semana antes de comenzar el experimento a los canes se le colocó un collar que medía su actividad y que se les volvió a colocar al final del estudio.
Más ejercicio
Al Grupo 2 se le asignó un plan de ejercicios personalizado, que aumentó en al menos un tercio su actividad habitual.
Así, por ejemplo, si un perro solía caminar 40 minutos, se le pidió al dueño que lo pasee por 1 hora.
O si el animal jugueteaba tres veces al día, se agregaba una sesión más.
También se le dio a los canes un juguete para ejercitarse.
Al igual que al otro grupo, se le colocó un collar a los animales que midió su actividad una semana antes de comenzar el experimento y hacia el final del mismo.
La prueba duró ocho semanas.
También se le pidió a los participantes humanos de ambos grupos que anotaran en un diario todos los detalles de la vida de sus perros durante ese período.
Resultados
Al pesar a los perros al final del estudio se estableció que el Grupo 1, que había comido menos, tuvo una pérdida de peso de 10% en promedio.
En el Grupo 2, que ejercitó más, la pérdida fue mucho menor: 2% en promedio.
Además, todas las mascotas que participaron en el Grupo 1 registraron una caída de 1 o 2 puntos en su BCS.
En cambio en el Grupo 2 solo un perro bajó un nivel en la escala BCS.
Es decir, el trabajo mostró concluyentemente que una reducción de calorías en la dieta de los perros es la manera más efectiva para que pierdan los kilos de más.
Pero también hubo otro resultado más sorprendente: el estudio reveló que los perros que estuvieron a dieta se movieron más de lo habitual, a pesar de que sus dueños no modificaron su rutina de ejercicios.
Esto sugiere que haber perdido peso hizo que los perros se sintieran naturalmente más propensos a estar activos.
Así que ahora ya lo sabes: si tu mascota está obesa y lleva una vida sedentaria, ayúdala a mejorar su dieta y mejorarás su calidad de vida.
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