32 sospechosos muertos en 24 horas. Es el balance récord de la guerra contra las drogas de Rodrigo Duterte, el presidente de Filipinas. La policía filipina llevó a cabo el martes la operación más sangrienta de su operativo contra el narcotráfico que lleva en marcha más de un año.
"Ha sido magnífico. Matemos a otros 32 cada día", ha evaluado Duterte tras la operación que se llevó a cabo en la provincia de Bulacan -al norte de Manila, y que también permitió el arresto de 107 personas por delitos relacionados con el tráfico de drogas.
La Policía provincial practicó de forma simultánea entre el lunes y el martes 67 redadas en las que se produjeron 20 enfrentamientos donde murieron 32 sospechosos. Duterte considera que las muertes sirven para reducir "lo que está dañando al país", en referencia al problema de la drogadicción que ha prometido erradicar a toda costa.
Los agentes de Bulacán, una provincia de 3,3 millones de personas, también se incautaron de 367 bolsas de la droga química llamada shabú(clorhidrato de metanfetamina), cantidad con un valor estimado en la calle de 1,17 millones de pesos (19.800 euros).
En los domicilios de los sospechosos se hallaron además 765 gramos de marihuana, 2 granadas y 34 armas de fuego de diverso calibre, según la Policía.
El elevado número de muertos en una sola operación y en tan corto intervalo de tiempo no tiene precedentes en la "guerra contra las drogas" de Duterte, que lleva más de 7.000 muertos, de los cuales 3.451 ocurrieron en acciones policiales y los demás se atribuyen a grupos autodenominados "vigilantes", según los últimos datos oficiales.
"En el pasado hemos llevado a cabo varias operaciones a gran escala, pero esta se trata del mayor número de personas muertas en una sola de ellas", confirmó en una rueda de prensa Romeo Caramat, director de la Policía Nacional.
Disparar a matar
Por su parte, la Policía de Bulacán justificó la actuación en un comunicado con el argumento de que los sospechosos muertos eran "delincuentes notorios de los que prefieren luchar hasta la muerte antes que ser atrapados vivos", por lo que los agentes "no tuvieron más remedio" que disparar a matar.
La "guerra contra las drogas" ha sido criticada duramente por organizaciones internacionales que acusan a Duterte de violar derechos humanos, mientras que el presidente ha respondido tachando de "hipócritas" a los críticos porque no tienen en cuenta el daño directo e indirecto que causa el narcotráfico.
La de Bulacán es la segunda matanza con fuerte repercusión mediática en menos de un mes en Filipinas, después de que 15 personas muriesen a finales de julio durante una redada policial en Ozamiz, localidad de la isla de Mindanao (sur), entre ellas el alcalde, Reynaldo Parojinog, y varios de sus familiares.
En aquella operación los agentes abrieron fuego tras ser recibidos con disparos cuando se acercaron al domicilio del alcalde.
Parojinong supuestamente comandaba una banda criminal y tenía un largo historial de tráfico de drogas, operaciones paramilitares, secuestros y extorsiones en las últimas tres décadas.
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