fue un rey de Frigia que gobernó en el período entre el 740 a. C. y el 696 a. C., aproximadamente. De acuerdo con la mitología griega, el monarca tenía la habilidad de convertir en orotodo lo que tocara. Según Aristóteles, la leyenda afirmaba que Midas murió de hambre debido a su extraño poder. Asimismo, su historia sostiene que Midas y su padre Gordias fundaron la ciudad de Gordio, capital de Frigia, y ataron el Nudo gordiano, lo cual indica que ambos vivieron en algún momento del II milenio a. C., mucho antes de la Guerra de Troya. Sin embargo, Homero no menciona a Midas ni a su padre Gordias, aunque sí a otros reyes frigios como Migdón y Otreo.
Casado con una griega, fue el primer rey extranjero que mandó un regalo al santuario de Delfos. Probablemente, fue durante su reinado cuando Frigia adoptó el alfabeto griego.1
El reinado de Midas supone la mayor época de esplendor de Frigia, que se expandió al este, hasta la frontera con Urartu, ocupando una extensa zona de Asia Menor. Mantuvo relaciones comerciales con Asiria y Urartu, alcanzando el rey una riqueza extraordinaria, que llamó la atención de los griegos,1 quienes le dedicaron un espacio en la mitología.
Contemporáneo de Tiglath-Pileser III, Salmanasar V, y Sargón II, durante muchos años instigó levantamientos de los principados de Asia Menor contra Asiria, apoyando a Hama, Karkemish, Tabal, Gurgum, Kummukhu y Meliddu, hasta que finalmente fue atacado por Sargón II. Temeroso del poder del asirio, Midas le envió una embajada, declarándose vasallo.2
Después de los conflictos con Sargón II, sufrió invasiones de los cimerios, que destruyeron la capital Gordio. Según la tradición, Midas se suicidó y así terminó el corto período hegemónico de Frigia.3
El mito[editar]
En la mitología griega, Midas era rey de Frigia, e hijo de Gordias.4 Tenía una hija llamada Zoe.5
Por su hospitalidad con Sileno, Dioniso le otorgó el poder de convertir en oro todo cuanto tocara.6 Viendo que no podía comer los alimentos que a su contacto quedaban transformados en dicho metal, pidió al dios que le liberara de su don, para lo cual tuvo que bañarse en el río Pactolo, que desde entonces contuvo arenas auríferas.
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