Un total de 187 países otorgaron ayer su voto en favor de Cuba en la Asamblea General de Naciones Unidas para rechazar
el injusto bloqueo económico, comercial y financiero que por casi 60 años impone Estados Unidos a la inquebrantable dignidad de la Isla, que no baja la cabeza frente a sus dominios. Pareciera una irónica trastada, cobrada por las fuerzas del bien al Imperio, si se tiene en cuenta que son también 187 las medidas aprobadas por el Gobierno de Donald Trump para intentar pulverizar a la nación caribeña que trastorna sus apetitos con ejemplar postura.
En contra votaron dos que son lo mismo: Estados Unidos –lástima fuera– e Israel, servil desde hace mucho a las disposiciones imperiales, y Jair Bolsonaro –que dicho sea de paso representa a Brasil, pero no es Brasil–, de quien, a juzgar por sus tristes designios, no se esperaba otra cosa. Las abstenciones de Colombia –que no sorprende– y de Ucrania, completaron el sufragio que aun con el minúsculo porciento en contra, ofrece a la luz del planeta la fracasada política de la mezquindad vecina.
«Votar contra Cuba es votar por la continuidad del genocidio. Somos Cuba, Victoria de Cuba», expresó a propósito del resultado el Presidente de la República de Cuba Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en su cuenta de Twitter, donde también escribió: «El Bloqueo es real y lo derrotaremos con el apoyo de la comunidad internacional que, en abrumadora mayoría, hoy votó junto a Cuba contra el bloqueo. Gobiernos lacayos muestran dónde están sus afinidades. Y están solos junto al imperio. Victoria de Cuba».
El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, cuyas palabras conmovieron a un auditorio que las aclamó, tuiteó: «(…) Indiscutible aislamiento de EE.UU. Brutales presiones reflejan la bancarrota moral y podredumbre de su actual gobierno. Es otra contundente Victoria de Cuba, de nuestro heroico pueblo. Es un triunfo de la verdad y la justicia».
Irrisorios, si no fueran indignantes, resultarían los argumentos de Kelly Craft, representante de Estados Unidos ante la ONU, a quien le resulta indiferente el reclamo de la comunidad internacional en la defensa del levantamiento del bloqueo, y desmiente la responsabilidad de su Gobierno por daños de la política genocida contra Cuba. Para ella y los que representa, las restricciones económicas, comerciales y financieras que se imponen salvajemente sobre la Isla, no tienen efectos nocivos sobre las carencias de medicamentos, de alimentos, de materias primas; la carestía irracional de productos de primera necesidad, los brutales impuestos, las cifras inverosímiles, los más de 22 millones de dólares para subvertir el proyecto socialista cubano.Como si nuestro pueblo no conociera al enemigo histórico que lo oprime.
Caro paga Cuba ante los ojos del Imperio que en su territorio ningún niño duerme en la calle ni carece de una escuela para soñar su futuro; caro paga demostrarle cada día que la Revolución llegó para ser cada vez más fuerte, que los elementales derechos humanos son aquí un hecho, mientras en el suelo de ellos, para muchos, la educación, la salud y la paz son absolutamente quimeras.
Bien sabemos el porqué de las inquinas. De nuestra historia y nuestros hombres y mujeres aprendimos la porfía de ser libres. La Isla de la dignidad y la resistencia no está sola. El mundo conoce la injusticia que comete EE.UU. contra nuestro pueblo y lo expresó así con su voto.
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