Ambos funcionarios expresaron el pasado fin de semana a la salida de la estación Kings Highway, ubicada en la avenida McDonald en el barrio Gravesend de Brooklyn, donde fueron descubiertos los chinches a principios de agosto pasado, que presentarán un proyecto de ley para obligar a la MTA a alertar rápidamente sobre la presencia de los molestos insectos, de la misma manera que alertan de retrasos o desvíos de las rutas.
El concejal Treyger dijo que muchos usuarios del tren no podrían pagar la fumigación en sus casas y la falla en avisar sobre la existencia de chinches podría originar demandas contra la Autoridad Metropolitana de Transporte, al poner de ejemplo algunos de sus representados que habían tenido que botar ropa y camas, y que no alertar sobre los chinches, podría causar pánico y el esparcimiento de rumores infundados, sostuvo.
Y es que no es para menos, ya que esos insectos que se han descubierto en vagones del tren N y en otras líneas que operan en La Gran Manzana, también han aparecido en las sillas acolchadas de los conductores y operadores.
A pesar de que todavía no se sabe con exactitud de dónde provinieron las chinches que se han encontrado en varios vagones, los inspectores de la MTA ya tienen varias pistas.
Según reportó la agencia gubernamental, algunos de esos insectos fueron encontrados en los armarios de dos trabajadores del metro, además haberse hallado en la casa de uno de los conductores, lo que indicaría que ellos podrían haber transportado a los indeseados pasajeros hasta los vagones o viceversa, las chinches viajaron del tren hasta el hogar del conductor.
El sistema de trenes en la Metrópoli es considerado el más grande de Estados Unidos y uno de los más grande del mundo, cuenta con 468 estaciones a lo largo de 1,056 kilómetros, labora las 24 horas y los 7 días de la semana, posee 3,356 vagones y cada uno tiene 2,67 metros de ancho y 15,5 metros de largo y entre 8 y 11 vagones componen un convoy que mide entre 122 y 213 metros que recorre las vías con 625 voltios.
En las “horas picos” aproximadamente 140 personas abordan cada uno de los vagones de las 22 líneas de trenes existentes, quienes por obligación van como “sardinas” sin importar la clase social a que pertenezca. Más de 6 millones de gentes se montan diariamente en el metro.
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