Juan Ruiz tenía unos minutos en el mercado de pirotecnia de San Pablito cuando se acordó que dejó la billetera en su auto.
Caminó al estacionamiento, pero entonces escuchó una explosión. "Y luego otra, otra, fueron varias juntas", le cuenta a BBC Mundo.
Ruiz se salvó así de las seis explosiones que el martes arrasaron el mercado de pirotecnia de Tutltepec, a las afueras de Ciudad de México. Murieron 33 personas.
"La gente salía corriendo, gritaba, había mucho humo. Una señora y su niño se tropezaron y les pasaron encima", recuerda Ruiz.
"Me tocó ver gente con la ropa quemada, la cara y los brazos rojos y con mucha sangre. No supe qué hacer, me salí con ellos".
Juan Ruiz ahora regresa al mercado para saber qué pasó con su auto, pero no lo encontró entre los que se calcinaron.
Tal vez fue removido por las grúas de la policía, o quizá alguien se lo llevó, quien sabe. "Lo importante es que la libré", dice.
Todavía se desconocen las causas de lo ocurrido.
Además de los muertos y heridos, hay más de 10 desaparecidos.
Entre ellos Sergio Hernández. "Ya lo buscamos en los hospitales, en la morgue pero no hay ninguna persona con los rasgos que dimos", dice su hermano.
"Estamos en espera que terminen el peritaje. Todavía siguen buscando más cuerpos. Esperemos que no esté allí", y regresa la mirada a los restos del mercado.
A unos 100 metros de la malla de alambre, un par de soldados con perros adiestrados para localizar personas recorren los escombros.
Toneladas de explosivos
Tultepec es un municipio conurbado a Ciudad de México. Se encuentra a unos 48 kilómetros del centro de la capital.
Hay algunos cultivos, comercios y fábricas, pero la mayoría de sus habitantes se dedican a la pirotecnia.
En Tultepec se fabrica el 80% de los fuegos artificiales que de forma legal se venden en todo el país.
El corazón del comercio era el mercado de San Pablito, que antes del accidente albergaba a 300 locales donde trabajaban miles de personas.
Se encuentra en un terreno de una hectárea aproximadamente. Los negocios se distribuían a lo largo de varios pasillos, uno tras otro en largas hileras.
Casi siempre estaba lleno, cuenta a BBC Mundo Tomás Méndez, vendedor de fruta en las calles.
"La gente necesita cohetes todo el año, nunca faltan las fiestas del templo o los 15 años de la niña", dice a BBC Mundo.
Un consumo particularmente nutrido en época navideña.
Entre diciembre y los primeros días de enero San Pablito recibe compradores de una decena de estados del país.
Cuando ocurrió la explosión era un día normal de ventas en el mercado.
Algunos sobrevivientes, citados por algunos medios, dicen que ese martes en los locales había unas 300 toneladas de fuegos pirotécnicos.
Todos estallaron.
"No sabían que estaban desaparecidos"
A media mañana del miércoles 21, un día después de la tragedia, una mujer no resiste más y se desmaya. Su hermana y un sobrino alcanzan a detenerla.
A unos metros de la entrada principal del mercado llama la atención de los periodistas.
En unos segundos la familia está rodeada de cámaras. Dos paramédicos rescatan a la mujer, la cargan hasta una ambulancia.
Su hermana llora. Hace 20 horas que buscan a su madre, Eva Báez Palacios, de 68 años de edad, y a uno de sus hijos, Yasmani González.
Estaban en el mercado cuando ocurrieron las explosiones, le cuenta a BBC Mundo Rubén Martínez, nieto de Eva.
Parece desesperado, incluso molesto.
Como otros familiares de las víctimas, recorrieron todos los hospitales donde se enviaron a los heridos, preguntaron en la morgue de Barrientos, donde se concentró a las personas muertas, y llamaron a los números habilitados por las autoridades para ofrecer informes.
"No nos han dicho nada, nomás que actualizaron las listas pero ella no aparece", dice.
"Dejamos muestras de sangre para la prueba del ADN, pero aquí nos dicen que ni siquiera sabían que estaban desaparecidos".
Ya tocaron las puertas oficiales. Sólo les queda preguntar entre los vecinos del mercado si alguno sabe de sus familiares.
"A lo mejor están en alguna casa, asustados", confía.
"Mi hermano es el único que no encontramos"
José Juan Hernández Cortés mira desolado por la cerca de alambre que rodea lo que queda del mercado.
"Allí", señala a un trozo de fachada blanca rodeada de trozos de metal y madera calcinados. "En ese local estaba mi hermano Sergio con mi mamá, los dos son propietarios", cuenta a BBC Mundo.
"Mi hermano es el único que no encontramos, toda mi familia ya está bien. Pero él no aparece".
La familia de José Juan vende juegos pirotécnicos desde hace 30 años en el mercado de cohetes, como se conoce en el municipio a San Pablito.
Es un negocio que les ha permitido criar a dos generaciones y ahora también a varios nietos.
Pero ya no más. De los dos locales que tenían –de su hermano y su mamá- sólo queda un trozo de barda, con el techo metálico calcinado y torcido.
Desaparecieron junto con otros 289 locales del mercado, conocido como el corazón de la pirotecnia en México.
"Verlo en cenizas es terrible"
A Carmen Gutiérrez le dijeron en el módulo de información del mercado que el amigo a quien buscaba había muerto.
"No puede ser, tenía la esperanza de que no hubiera venido", le habla a BBC Mundo, pero no puede seguir. Abrazada a su hermano caminan a su auto.
La escena se repite varias veces. Quienes se enteran de la muerte de un familiar o amigo quieren irse pronto de San Pablito.
Hasta el momento no se sabe lo que desencadenó las explosiones.
El fiscal general del Estado de México, Alejandro Gómez Sánchez, dice que la Procuraduría (fiscalía) General de la República (PGR) se encarga de los peritajes.
El resultado puede tardar varios días, porque aún se buscan restos humanos entre los escombros.
Algunos vecinos del mercado creen que pudo haber un descuido en alguno de los locales cercanos al estacionamiento, en la parte poniente del lugar.
Porque allí empezaron las explosiones, le dice a BBC Mundo Alfonso Riverón, empleado de un negocio de venta de pollo asado frente al mercado.
"Escuchamos la primera explosión por allá", mientras señala al estacionamiento.
"Vimos a la gente correr y cómo iban explotando cada uno de los locales, como en efecto dominó".
"Se sintió calor y un golpe, como cuando hay una bocina muy fuerte, y mucho dolor en los oídos. Tirados en el suelo escuchamos las explosiones, los sonidos de los cohetes".
Parecía un bombardeo, dice, porque muchos de los artificios "salieron volando, caían por varios lados y quemaron pasto y unos arbolitos".
Un día después de la tragedia aún no se repone de la impresión, pero con sus compañeros obsequiaron raciones de pollo a los policías, soldados y paramédicos que trabajan en los restos del mercado.
Es un gesto mínimo de solidaridad, "ayudarnos como hermanos", le dice a BBC Mundo María Guadalupe Franco, quien reparte agua y sándwiches a policías.
Y también una forma de mitigar la tristeza. El mercado de San Pablito era un símbolo de la vida en Tultepec, dedicado hace 200 años a la pirotecnia.
"Todos los días pasábamos y lo veíamos en su esplendor. Y ahora así, devastado, en cenizas, es muy triste, terrible".
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