Donald Trump firmó este miércoles una orden ejecutiva que autoriza la construcción del muro completo en la frontera sur de Estados Unidos e insistió en que México pagará por él.
"Todo se nos reembolsará en una fecha posterior con cualquier transacción que hagamos con México. Sólo le digo que habrá un pago, que sucederá de alguna forma, quizás de una forma complicada", dijo Trump en una entrevista con la cadena ABC, la primera que concede desde que llegó a la Casa Blanca la semana pasada.
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No obstante, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, ha dicho (y reiterado) categóricamente que no será así.
"En ningún momento aceptaremos nada en contra de nuestra dignidad como país, ni de nuestra dignidad como mexicanos", dijo hace dos semanas Peña Nieto.
Resulta difícil imaginar que México alguna vez acepte lo que sería visto como un gesto humillante y políticamente venenoso para cualquier gobernante de esa nación: girar un cheque a Estados Unidos para que Trump financie una obra que los mexicanos interpretan como una bofetada contra ellos.
Entonces, ¿puede Trump ponerse creativo con la contabilidad para demostrar que, tal como lo pedían enardecidos sus seguidores durante la pasada campaña presidencial, México pague por el muro?
¿Podría empezar a recaudar de manera indirecta los cuantiosos fondos que se espera requiera la obra fronteriza?
El plan
En agosto de 2015, la campaña del entonces precandidato republicano Donald Trump hablaba ya de estos mecanismos indirectos "de pago" por el muro:
- Decomisar las remesas que los mexicanos envían a sus familiares cuando este dinero proviene de sueldos obtenidos trabajando como indocumentados.
- Aumentar los costos de las visas otorgadas a mexicanos.
- Incrementar las tarifas para el otorgamiento de tarjetas para el cruce fronterizo, que según Trump, son usadas por cerca de un millón de mexicanos cada año y que -dice- son la fuente para que muchos se queden de forma ilegal.
Las remesas
Trump aducía entonces como justificación para cobrarle a México el costo del muro, el hecho de que Estados Unidos ha utilizado miles de millones de dólares en "cuidados de salud, vivienda, educación y seguridad social" para satisfacer una demanda creciente de habitantes que no viven legalmente en el país.
"El costo anual de créditos libres de impuestos sólo para beneficiar a inmigrantes indocumentados se cuadruplicó hasta llegar a la suma de US$4.200 millones en 2001", decía el documento de la campaña de Trump de 2015.
El actual presidente estadounidense ha estimado que la construcción del muro en la frontera con México podría costar cerca de US$8.000 millones.
Otros estimativos mencionan que el valor de la obra podría llegar a US$10.000 millones.
Las remesas de mexicanos en Estados Unidos a su país de origen alcanzaron más de US$24.000 millones en 2015.
En los primeros 11 meses de 2016 el monto ya había superado los US$25.000 millones, según el Banco Central de México. Más de un millón de familias mexicanas reciben estos pagos.
Y es de presumir que el volumen de las remesas haya aumentado desde entonces en la medida que muchos inmigrantes mexicanos anticipen mayores restricciones en el futuro con la elección de Trump y prefieran enviar de una vez fondos a sus familias.
Por lo que ésta es una fuente potencial de recursos importante.
Pero un gravamen sustancial a estas remesas privadas a México por parte del gobierno de Estados Unidos enfrentaría abundantes quejas políticas y legales.
Muro y valla
Otra opción disponible al gobierno de Trump para calmar las exigencias de sus seguidores en la clase obrera blanca estadounidense podría ser anunciar la construcción de un muro en ciertos segmentos de la frontera y fortalecer el resto con una combinación de vallas reforzadas y sistemas de vigilancia electrónica.
El 13 de noviembre pasado, menos de una semana después de su victoria contra Hillary Clinton, Trump daba a entender esta posibilidad.
"Podría haber algo de vallas. En ciertas partes yo podría (aceptar una valla), pero en ciertas partes, un muro es más apropiado", dijo entonces el presidente electo.
Sea muro o sea valla, la posición oficial mexicana no ha cambiado durante este periodo. El gobierno dice que un pago a Estados Unidos por la barrera fronteriza no está en discusión.
"No hay manera de que eso ocurra (...) es un tema de dignidad y soberanía nacional", dijo el 10 de enero el actual Ministro de Relaciones Exteriores Luis Videgaray, el mismo que renunció a su anterior puesto de Ministro de Hacienda en septiembre pasado luego de haber ideado la criticada visita de Trump a México durante la campaña presidencial estadounidense.
Por su parte, esa misma semana Peña Nieto afirmó: "Es evidente que tenemos algunas diferencias con el próximo gobierno de Estados Unidos, como el tema de un muro que México, por supuesto, no pagará".
Una lección de 2016 para los analistas políticos es que es riesgoso decir: "Esto nunca ocurrirá".
Sin embargo, parece razonable vaticinar que es muy difícil que México acepte pagar directamente por el muro que propone Trump.
De ahí que, si se construye, lo más probable es que se busque una fórmula indirecta.
*Esta nota fue publicada originalmente el 12 de enero de 2017 y fue actualizada con motivo de la firma de la orden ejecutiva que habilita la construcción del muro.
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