Los científicos sospechaban de su existencia desde hace más de 200 años.
Se habían hallado fósiles de misteriosas carcasas tan largas como un bate de béisbol.
Pero sólo ahora fue hallado un espécimen con vida en Filipinas.
Dan Distel, de la Universidad Northeastern, en Boston, Estados Unidos, lo vio en un reportaje de la televisión filipina que se volvió viral y sospechó que se trataba de esta especie única.
Parece un gusano, pero es en realidad un molusco bivalvo tubular, el más largo del planeta.
Vive su vida enterrado en el lodo verticalmente encerrado en una cobertura de carbonato de calcio generada por él mismo.
Mide 1,55 metros y su nombre científico es Kuphus polythalamia.
“Para crecer, deben abrir el tubo calcáreo, extenderse en el lodo, y luego volver a sellarlo”, explicó Distel.
Los apéndices rosados al final de su cuerpo le permiten absorber y expeler agua.
¿Pero como se alimenta si siempre está dentro de su cobertura dura?
Depende de bacterias en sus branquias que usan sulfuro de hidrógeno en el agua como fuente de energía. Esa energía es usada luego para transformar dióxido de carbono en los nutrientes que el molusco necesita.
El estudio de Distel y sus colegas fue publicado en la revista de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, Proceedings of the National Academy of Sciences, PNAS.
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