viernes, 29 de agosto de 2014

Recordar es Vivír: el magistrado Fernando Casado *La Granada*

Por Carlos Vallejo (el poeta del sentimiento).

A Fernando Casado la vida le ha enseñado que lo más importante y fundamental para ser un hombre de éxito es la formación que uno recibe en los primeros años de vida.

En esta conversación, El Magistrado asegura que a pesar de no tener un título universitario no se siente menos que quien lo tenga: “Una de mis desventajas es que no soy un académico, yo tuve que trabajar a una edad muy temprana y no pude completar mis estudios, tengo una fuerte vocación a la buena lectura que me ha dado una base suficiente, sin pretensiones de competencia, que me ha hecho posible adaptarme a la supervivencia que cada vez es más exigente en este mundo”. 


1. Mis padres 
Siempre lamenté que se divorciaran, mi anhelo fue siempre verlos juntos, mi madre, Celeste Linares, siempre estuvo insertada en los asuntos de la religión, su perspectiva siempre estaba bajo ese lente, y mi padre, Fernando Arturo Casado, el mejor legado que me dejó fue su honestidad, un hombre siempre apegado al trabajo, excelente ser humano, honesto y humilde. Papá manejó por más de 50 años la oficina del Country Club, y su ejemplo es un rasgo que viene como herencia.

2. Mi infancia en Villa Consuelo
Me crié en el sector de Villa Consuelo, en esos tiempos ese lugar era la frontera entre lo malo y lo bueno, donde para descalificar a una persona solo tenían que decirle ese no es más que un tíguere de Villa Consuelo. Mi niñez fue como toda juventud de aquella época que vivía en un barrio, donde no se admitía la cobardía, el muchacho aprendía a que se le respetara, por el hecho de no tener miedo, fui aquel joven que no rechazaba irse a los puños con quien lo desafiara.

3. Mi adolescencia 
Aprendí a ser hombre mirando en los cafetines de mujeres prostitutas que abundaban en Villa Consuelo de aquellos tiempos, entendí y comprendí que la mujer no dejaba de ser mujer, ni de amar por el hecho de ser prostituta, porque la mujer también en esas circunstancias sabía entregarse con amor y por amor y que eso no era más que una desgracia de la vida, donde hoy en día todavía, desgraciadamente, muchas mujeres caen en esas circunstancias y eso me fue dando un concepto más fuerte acerca de esa realidad.

4. Una creencia 
Dios, creo en Él sobre todas las cosas. Cuando muchacho, mi madre siempre insistió en llevarme a la iglesia y eso tuvo peso en mi formación, tengo un respeto por las cosas de Dios, no me importa el credo, sé que todas le sirven a un solo Dios. 

5. Una casualidad 
Estando en quinto curso se organizó la Hora Escolar, la cual consistía en que cada escuela tenía que preparar un espectáculo donde los alumnos iban a la emisora del Estado, en ese entonces la HIN. A la hora de los ensayos llega Elila Mena dice: ¿dónde esta Manen?, era el participante que habían elegido para cantar, por ser el mejor alumno, ese día él no fue a clases, entonces preguntaron que quién se sabía la canción, yo tímidamente levanto la mano y me dicen: “póngase aquí y cántela” a lo que obedecí, al parecer lo hice bien. En definitiva, quitaron al muchacho y me pusieron a mí, me pasé la vida entera fastidiando a Manen y diciéndole que le había tronchado su carrera. 

6. Mis inicios en la música 
Llego a la música de manera fortuita. Siendo locutor en HIZ ponía las canciones y comenzaba a tararearlas. Manuel Ruiz Bastardo era uno de esos locutores de la época y en una ocasión estaba conversando con don Frank Hatton acerca de una orquesta que tocaba por las noches en esa emisora y le dijo ese cantante que tiene Papatín Ovalles no sirve. Fernandito, refiriéndose a mí, canta mejor que él, a lo que don Frank preguntó ¿Fernandito canta?, entonces ordenó que me hicieran una grabación. La hicimos, don Frank la oyó y le gustó y dijo: “Ahora falta que te llamen de ahí arriba, refiriéndose a La Voz Dominicana”. Ahí comienzo yo a cantar sin haberlo soñado.

7. Mi debut como artista 
Dejé el trabajo en HIZ porque mi padre me consiguió trabajo en el Banco Nueva Escocia.Una mañana van algunos de mis compañeros y me dicen: “Fernando, te está buscando Rafael Solano, el de La Hora del Moro”, lo recibo y me dice: “yo vine a invitarte al programa”, a lo que le contesto “pero yo no canto, ¿quién ha dicho?”, y él me dice: “sí, tú cantas”, le dije que iría para salir de él, pero no fui, tenía miedo, y además, no estaba en eso. Pasaron los días y les comento ese episodio a los muchachos de mi barrio que me cayeron arriba: “¿Cómo? ¿que tú le dijiste que no?, pero tú eres loco, tú tienes que ir, tú eres el representante de este barrio”. Les hice caso y ahí fue que comenzó realmente la carrera de un cantor, de un artista.

8. El gran maestro 
Soy parte de una generación que tuvimos la gran suerte de ser orientados por Rafael Solano, las bondades, la disciplina y profundidad de conducta del maestro se fueron insertando en mí y en mis compañeros, estos principios nos sirvieron de orientación y guía, estos valores los hicimos propios en nuestra carrera. Yo digo que si el orientador hubiera tenido inconducta y falla, eso también nos hubiesen contagiado. Qué más decir, su huella y legado están presentes en cada uno de nosotros. 

9. Amigos
Yo tengo un concepto muy puro de la amistad, la valoro mucho. La amistad, muchas veces, tiene más valor que el mismo afecto familiar; a veces recibes mucho más del amigo cuando es sincero, que del propio hermano, primo o tío y es, en ese sentido, que yo creo haber tenido mucha suerte de conservar muy buenos amigos. Este sentimiento no tiene que ver con riquezas ni posición social, tú sigues queriendo a tus amigos no importa si lo ves en la miseria o en la opulencia, siempre te alegra de ver un gran amigo.

10. El Magistrado
Cuando entré a trabajar al banco ya había sido cantante, locutor e inclusive, había sido parte del cuadro de comedia Sterling. Este grupo hacía radionovelas y siendo cajero, posición en la que duré dos años, entonces la gente se me acercaba. El que te ve en televisión y luego te ve personal, suele tener la confianza de venir a saludarte y uno ni siquiera sabe cómo se llama,entonces me saludaban y me trataban con afectos y admiración, para salir del paso, siempre contestaba “muchas gracias, magistrado”. Eso se fue haciendo una costumbre en el banco y de ahí pasó al dominio de la radio y la televisión.l 

La pérdida de Verónica 
“Tuve siete hijos de tres matrimonios, cinco mujeres hermosas y dos varones fuertes, como su padre, y nietos un pueblo, como dicen, unos ocho o diez. Me considero muy bendecido por tenerlos, es un regalo de Dios que te respeten y valoren. Mi hija Verónica murió hace seis años.

No creo que ningún padre se recupere nunca, el hecho de perder un hijo no hay como repararlo. Era una de mis hijas más capaces, todos mis hijos han dado esa muestra de capacidad. Era asesora en la alcaldía de Boston, tenía 35 años. Una gran mujer, muy religiosa, un cáncer me la arrebató, me dejó tres nietos hermosos. La impresión que me deja es que la vida no le dio oportunidades de ser lo que ella quería ser, me dio mucho coraje su enfermedad, tuve que quitar sus retratos porque aun no resisto su partida. 

Hobby
“Soy un apasionado a la lectura, en los libros encuentro todas las orientaciones y enseñanzas. Ese es el alimento suficiente para la creatividad y el aprendizaje”.

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