miércoles, 14 de diciembre de 2016

La Química del Amor (parte 4) *La Granada*

Por Carlos Vallejo (el poeta del sentimiento)

Los estimulantes comestibles

Los afrodisiacos no son un invento reciente. Hace miles de años, en el antiguo Egipto, Grecia, Roma, Persia, India… los hombres ya recurrían a estas sustancias con la esperanza de que les permitirían mantener o aumentar su libido. Las prostitutas de todas las culturas y épocas han utilizado también estas sustancias para conquistar a todo tipo de clientes: gente de poder, fama o dinero, o cotidianos degustadores del sexo barato.

Se atribuyen efectos afrodisiacos a múltiples sustancias, como: alimentos (hongos, otras, espárragos, caviar, chocolates, apio, ajos, habas…), otras extraídas de animales (la cantárida, polvo proveniente de un escarabajo seco conocido popularmente como mosca española), el cuerno de rinoceronte, el pene del león en polvo, los huesos de rana, los testículos del toro, los modernos aceites erotizantes y, recientemente, la pastilla viagra.


Algunas sustancias, como la marihuana y el alcohol, infunden en quienes las ingieren sensaciones de bienestar, de relajación física y mental. Si bien no hay unanimidad en cuanto a sus efectos sobre la libido, si se ha comprobado que tienen un efecto desinhibidor que libera de las ataduras morales así como de los perjuicios sociales. Todo ello hace que la persona sea más receptiva a los estímulos sexuales. Muchas mujeres con fuertes convicciones  religiosas o presas  de una educación puritana, han experimentado su primer organismo después de haberse tomado unas copas.

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