lunes, 3 de septiembre de 2018

La mujer alabada *La Granada*




Por Carlos Vallejo (el poeta del sentimiento).


Contraria a la costumbre común de asociar al dios principal con los varones, la sociedad neolítica  de Çatal Hoyó concedía la máxima importancia a las mujeres. Entre los años 6500 y 5600 antes de Cristo, esta comunidad de intensa vida religiosa y artística estaba situada a mil metros sobre el nivel del mar, en el centro de una fértil llanura junto a un río en la región de Anatolia (Turquía). En esta ciudad sin calles, se circulaba por los tejados en forma de terraza, unidos por escaleras de madera. Varios edificios servían de santuarios, con rica decoración interior y gran significado ritual. Como esta sociedad agrícola dependía de la fecundidad, la mujer gozaba de muchos privilegios: se encargaba de todas las cosechas, mientras el hombre cazaba. Tan importante era el papel de la mujer que sus  plataformas para sentarse y dormir eran mayores y más altos que las del hombre. La principal divinidad era la diosa madre, a quien se le rendía homenaje mediante la suntuosa ornamentación –relieves en eso pintado –en los santuarios. Aunque no se usaban ni altares ni sacrificios, abundaban los símbolos de la fecundidad, como los senos grandes. El toro representaba a las deidades menores masculinas, mientras el buitre se asociaba con la muerte.

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