lunes, 9 de septiembre de 2019

Se ha gastado una millonada por una mera sospecha *La Granada*




Por Carlos Vallejo (el poeta del sentimiento).


Para averiguar cuán cancerígenos son los sistemas de transmisión de electricidad, los estadounidenses han gastado una gran fortuna. En 1989, Paul Brodeur sugirió que los campos electromagnéticos podrían causar cáncer. Durante ocho años se realizaron investigaciones, estudios, pruebas, experimentos y no se encontró evidencia alguna para declarar que las redes de distribución de energía eléctrica eran cancerígenas. Se calcula que entonces se gastaron algo así como veinticinco mil millones de dólares. Poco después, el científico Robert Park explicó que los agentes cancerígenos conocidos destruyen los enlaces químicos del ADN, debido a lo cual surgen los tumores malignos. Particularizó que la longitud de onda de los rayos ultravioleta –como los emitidos por el sol– causa ese daño porque tiene la energía fotónica necesaria para ello. En cambio, en las líneas de conducción de electricidad, la longitud de onda de los campos magnéticos es enorme, por lo que no causa cáncer.

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