martes, 15 de octubre de 2019

"Las transnacionales son las grandes beneficiarias": la paradoja del éxito de la "economía plural" de la Bolivia socialista de Evo Morales

Evo con el presidente de RepsolEn 2002, Bolivia era testigo de cómo la superconocida "M" amarilla desaparecía del país. Terminaba la desventura de McDonald's en suelo boliviano.
La icónica cadena de comida rápida se despedía de tierras bolivianas tan solo cinco años después de su desembarco luego de no lograr los resultados esperados.
Bolivia en aquel entonces llevaba más de 15 años de gobiernos liberales, con vocación de mercado y apertura a capitales internacionales.
Sin embargo su economía estaba tan contraída que comprar un menú de esa cadena internacional resultaba muy caro para la mayoría de los bolivianos, incluidos los de la clase media.
Así, ese país se convirtió en el primero de Latinoamérica en el que McDonald's llegó a estrellarse y cerrar sus puertasAhora, 17 años después, mucho ha cambiado en Bolivia. Lo que más, el giro ideológico del país que pasó de tener presidentes alineados a los mandatos del mercado a uno que en sus discursos fustiga sin clemencia al capital internacional y las transnacionales.
Y que además envió un claro mensaje al mundo en su primer año de mandato al decretar la nacionalización de los hidrocarburos.
La paradoja es que -según analistas e inversores- hoy McDonald's triunfaría sin problemas como ya lo hacen varios cientos de franquicias y compañías internacionales que desembarcaron en el país en la última década.
La Bolivia socialista de Evo Morales (quien busca un cuarto mandato presidencial en las elecciones de este 20 de octubre) se convirtió en terreno fértil para cadenas extranjeras de comida, ropa, electrodomésticos y también para las transnacionales dedicadas a rubros como el petróleo, la minería o la agroindus.

Una década tarde

Se estima que Bolivia llegó a la era del consumo global al menos una década tarde.
Entre finales del siglo pasado y principios del actual, en ese país casi no se veían los centros comerciales y tampoco aparecían las cadenas internacionales de comida que ya se multiplicaban a lo largo de muchas ciudades latinoamericanas.
Apenas un puñado de multinacionales se arriesgaron a invertir en una Bolivia en crisis y pobre. De acuerdo al Banco Mundial, en 2002 el 63% de sus habitantes vivía por debajo de la línea de pobreza, mientras que para 2018 esa cifra se redujo al 35%.

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